SINDICATO UNITARIO DE LA GOBERNACIÓN DEL VALLE DEL CAUCA
NOSOTROSCONTACTO 20 Mar, 2023

Otras Voces

ppotes05/16/2021
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10min5850

Entre los jóvenes de Cali, como en gran parte de la sociedad caleña, hay indignación con el despilfarro y los señalamientos de corrupción de la actual alcaldía de Jorge Iván Ospina, quien aún no ha rendido cuentas de lo sucedido con los $22.000 millones que gastó tanto en la Feria Virtual de 2020, como en un alumbrado navideño que la ciudad le pidió a gritos que no hiciera.

Por Santiago Cruz Hoyos – Cronista del diario El País

El 1 de mayo de 2021, Día del Trabajo, y pese a la pandemia del coronavirus, miles de caleños se congregaron en la Calle Quinta, a la altura de la Loma de la Cruz, para protestar pacíficamente contra la Reforma Tributaria que proponía el Gobierno, reivindicar los derechos de los trabajadores y reclamar mejores oportunidades, en un país donde, según el Dane, 21 millones de personas son pobres; subsisten con $331.688 mensuales (87 dólares).

Fue tanta la gente que acudió, que en las tomas aéreas no es posible distinguir el asfalto de la Calle Quinta. El ambiente, pese a que se trataba de una jornada de protesta, era festivo. La orquesta Cuerda y Son interpretaba ‘Buenaventura y Caney’, y, en la calle, los manifestantes bailaban.

Casi todos eran jóvenes, y esa es una de las primeras respuestas al porqué Cali hoy es llamada ‘epicentro de las protestas sociales en Colombia’.

—Demográficamente, Cali es una ciudad joven. Y aunque casi toda la sociedad muestra descontento por la situación del país, la población joven es la que está viendo mayor desesperanza. Los jóvenes están endeudados con el Icetex para acceder a la educación superior, pero no tienen certeza si van a conseguir trabajo. Y las condiciones laborales son cada vez más difíciles. Si hace 15 años era necesario ser bachiller y tener una carrera para acceder a un empleo, ahora se exige maestría, hablar varios idiomas, invertir un montón de dinero en una educación cada vez más costosa, a cambio de un salario de enganche al mercado laboral de apenas dos salarios mínimos. Y ese mercado laboral tampoco tiene la capacidad de absorber a todos los jóvenes—, dice Lina Martínez, la directora de Polis, el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Icesi.

La psicóloga Mara Tamayo, quien trabaja con muchachos tanto de las universidades más prestigiosas como de los sectores populares, asegura que ese sentimiento de desesperanza es generalizado en los jóvenes, no importa los estratos.

Dos de sus pacientes viven en Francia y España, respectivamente. Tuvieron la posibilidad de irse del país, pero en estos días de protestas ciudadanas le han dicho que se sienten “energúmenos”: se fueron de Cali y de Colombia porque no les quedó otra opción. No encontraron oportunidades.

— Toda esa desesperanza, esa ansiedad de no lograr los objetivos, la depresión de ver que por más de que se esfuercen no cumplen sus sueños y tienen que dedicarse a otro campo distinto al que estudiaron porque no encuentran más, todo ese resentimiento, se acumula. Y en momentos como este, de paro y protestas, explota. Le dan rienda suelta a la rabia—, dice Mara.

Según la encuesta ‘¿Qué piensan, sienten y quieren los jóvenes en Colombia?’, un proyecto de la Universidad del Rosario que nació a raíz de las movilizaciones de noviembre de 2019, lideradas en gran parte por los jóvenes, la tercera emoción que predomina en ellos, después de la alegría y el miedo, es la ira.

Gustavo Andrés Gutiérrez es un escritor que se ha dedicado a desactivar la rabia de los muchachos en el oriente de Cali a través de la literatura.

Creó una biblioteca ambulante – Biblioghetto – con la que, entre otras iniciativas, les enseña a leer y a escribir a los niños y jóvenes del barrio Petecuy que no han accedido a la educación.

Gustavo está de acuerdo en que Cali es una ciudad de grandes movilizaciones sociales por la desesperanza de esos muchachos.

— En los sectores populares los jóvenes han estado olvidados. No han gobernado para ellos. En las alcaldías no son prioridad, no hacen parte del eje transversal. Destinan programas mínimos, de corto plazo y de bajo presupuesto, para quienes están inmiscuidos en la violencia urbana. ¿Y a los que no están vinculados a esa guerra qué les han ofrecido? Por eso están en las calles —.

El descontento, entonces, no es solo con el Gobierno Nacional. Entre los jóvenes de Cali, como en gran parte de la sociedad caleña, hay indignación con el despilfarro y los señalamientos de corrupción de la actual alcaldía de Jorge Iván Ospina, quien aún no ha rendido cuentas de lo sucedido con los $22.000 millones que gastó tanto en la Feria Virtual de 2020, como en un alumbrado navideño que la ciudad le pidió a gritos que no hiciera.

En febrero de 2021, la desaprobación de Ospina fue del 60% en la encuesta Gallup Poll.

— La respuesta que han dado los gobiernos locales frente a la pandemia ha sido de miseria. Repartieron mercados pírricos. En cambio, los entes de control y la prensa revelaron presuntos hechos de corrupción. $11.000 millones que costó la Feria Virtual no es mucha plata en el erario, pero sí es un montón de dinero en medio de tantas necesidades que viven los ciudadanos por la pandemia. Hay una indignación en la gente, que ve cómo se gastan esas millonadas en eventos innecesarios. La forma en que el Alcalde ha respondido a la pandemia ha sido solo con garrote, con gastos que claramente no son austeros y que no se direccionan a quienes más lo necesitan, y eso también explica la movilización masiva. Yo no recuerdo unas protestas sociales de este calibre—,dice Lina Martínez, la directora de Polis.

Las manifestaciones, en su mayoría, han sido pacíficas aunque los medios tradicionales muestran lo contrario


Sugov10/01/2020
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Negociar un pliego petitorio en medio de
la pandemia es más difícil que tener a los padres viviendo en la China, no
saber hablar mandarín y, encima, no tener para los pasajes. Asunto complicado
que genera estrés y frustración, al menos para quienes, como los directivos del
SUGOV, procuramos la defensa de la clase
trabajadora y el mejoramiento de las condiciones laborales de nuestros
compañeros.

Ha sido desalentador que, en los puntos
principales, nos encontremos con una situación compleja: “No hay plata”.
¿Recuerdan a Héctor Suárez, el mexicano que encarnaba al Flánagan con su famosa
frase: “No hay, no hay”? Y de la mano con esta categórica negativa, la
pregunta que se hacía: “¿Qué nos pasa?” Ese más o menos ha sido el
panorama.

Está pendiente la solicitud que hemos
hecho del reajuste salarial. La Administración Departamental aplicó el 5.12%
decretado por la Nación, pero esperamos que alrededor de esa cifra, haya
movilidad. El asunto es complicado para todos y, si bien es cierto reconocemos
que la relativa caída en los ingresos ha estado por encima del 15%, nada nos impide
pedir que las condiciones salariales mejoren.

Hemos solicitado que la última palabra de
negociación, la tengamos con la Gobernadora, Dra. Clara Luz Roldán ya que la
comisión negociadora por parte de la Administración no tiene esa capacidad de
movilidad en lo financiero. Aspiramos un 7.12% (unos pocos puntos por encima
de la inflación
) y ya que estamos en el “Valle Invencible”, sabemos que no
será imposible.

¿Y DE LOS EQUIPOS
QUÉ?

No nos hemos olvidado. Sí, ayer nos
reunimos con el Secretario de las Tics, su equipo de trabajo y funcionaros del
DADI. ¿Recuerdan? Para hablar de los equipos que figuran a nombre de los empleados,
pero ya no están bajo su custodia.

En esa dirección, 384 equipos se han dado de
baja ya que, por su deterioro apenas natural, ya no sirven ni para trancar la
puerta sino para lucir en un museo de antigüedades. La mayoría fueron retirados
de las oficinas cuando las Tics realizaron la reposición de computadores en el
2015 y pusieron en funcionamiento 450. En la bodega de inservibles se encuentran
arrumados 150. Todo debidamente inventariado como pedía el SUGOV para que
usted, cuando vaya a pedir un printer, no se encuentre con máquinas antiguas
cargadas a su nombre y de pronto le dé un soponcio, que es más peligroso que el
covid-19.

Ahora bien, la Secretaría de las Tics
propuso un software que permita identificar cuando un compañero contratista esté
utilizando un equipo. Aun cuando esté cargado a nombre de Pedro Despistado, se
podrá tener la trazabilidad de quién está haciendo uso del PC. ¡Ay, Dios
bendito, cuando las cosas se quieren hacer bien, se hacen! ¿Cuándo aprenderá el
doctor Lañas a quien pareciera que no le inquietan para nada las condiciones de
los agentes de tránsito?

ESTAMOS PREPARANDO
LOS 10 AÑOS DEL SUGOV

Infortunadamente no como hubiésemos
querido. Nos va a tocar celebrar esa gloriosa fecha de una manera significativa
pero no con los bombos y platillos que queríamos, incluso y de ser posible, habiendo
azotado baldosa. Pero no.

Sin embargo, la pandemia no desmoviliza
nuestra beligerancia sindical y estamos haciendo notorio aquél 20 de octubre,
hace 10 años, cuando un sueño quijotesco por hacer las cosas bien, por ser un
sindicato decente, se hizo realidad con el apoyo de muchos y, hoy de todos
ustedes. El SUGOV dejó de ser un sueño de
unos pocos para convertirse en el sueño de muchos, y eso ya marca un hito para
la historia de la lucha en defensa de los trabajadores.

Y, para terminar, las
preguntas fregonas…

Si, porque pasarlas por alto sería tanto
como acompañar a la esposa a la galería, y pedirle que sea ella y no nosotros,
quien se eche el canasto al hombro… horroroso.

… ¿Qué pasó con el MIPG y su implementación
en la Gobernación del Valle del Cauca?

… ¿Sabían que quien ganó el puesto de
Líder del Programa finalmente renunció? Salió despavorido… Dicen que la camisa
le hacía bomba…

… ¿Y qué hay del ingeniero Francisco de
Paula Santander? ¿No va a volver a coger ese toro por los cachos?

…. ¿Sabía usted que en el ranking de MIPG
la mayoría salieron “rajados”? No sabemos quién se lo inventó este año, pero es
una tozudez pretender que funcionara en medio de una pandemia…

Hasta el momento no han encargado a nadie del
MIPG y eso que se requiere quien lidere una “papa” caliente que pareciera que
nadie quiere… 


Sugov09/09/2020
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El Presidente Duque, en caída libre

Por Fernando Alexis Jiménez – Dirigente de SUGOV    

La
favorabilidad del presidente Iván Duque va en caída. Ahora marcó un
32% de favorabilidad
, comparado con el 36% que tenía en la medición de
junio. La tendencia marcada apunta a crecer ya que la inconformidad ciudadana
viene tomando la misma fuerza que una bola de nieve como consecuencia de sus
desaciertos en el gobierno.

Una lectura
a vuelo de pájaro pasa desapercibida la cifra, pero si la graficamos,
entendemos que es alarmante: por cada 100 parroquianos, solamente 32 están
relativamente de acuerdo con su apuesta al frente de los destinos del país.

El manejo
equivocado en un tema tan sensible como la pandemia, el préstamo millonario para
salvar la compañía aérea Avianca y ahora el Decreto
1174
que enmascara una reforma laboral lesiva a millares de personas, se
han convertido en ingredientes que atizan la molestia generalizada de una
nación que no se repone del desastre generado el coronavirus y, de otra parte, por
el cierre de fuentes de trabajo.

El
presidente Duque no puede ocular que el país se le salió de las manos. Ahora prácticamente
esta en manos de los norteamericanos, a los que les cedió la soberanía al
permitir que militares
gringos
hagan nido en territorio colombiano. Por supuesto, en este caso, lo
que se avizora es una pronta confrontación con Venezuela porque Trump no
descarta posibilidad de moverle el piso a Maduro.

Basta salir
a las calles de cualquier ciudad, donde el distanciamiento social recomendado
por las autoridades de salud brilla por su ausencia, como consecuencia del
desespero. La gente se expone a la enfermedad o se muere de hambre. Una
disyuntiva a la que les sometió el pupilo del ex senador Álvaro Uribe.

El reavivamiento
de las protestas, como las realizadas en todo el país el pasado 7 de
septiembre, hacen prever que aquello que Duque creyó sepultado –el levantamiento
que se hicieron desde varios sectores el 21 de noviembre del 2019—seguirá tomando
fuerza y que, sus medidas impopulares, terminaran llevándolo en caída libre o,
como decía mi abuela Mélida: “De culo pa´l estanco.”

Por el
momento, lo que no quiere el presidente, es que se sigan promoviendo encuestas
que corroboren su grado de desfavorabilidad entre la gente. Y su imagen
negativa a nivel internacional.

Blog del
autor www.cronicasparalapaz.wordpress.com


Sugov06/19/2020
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51min4160
Por  María Galindo – La Paz, Bolivia
En
otro texto provocador e imprescindible, la activista boliviana María Galindo
propone pensar y actuar sobre 5 urgencias que, dice, no pueden justificarse
ante el avance del coronavirus: el fascismo, la colonización, la corrupción y
desidia estatal, la violencia machista y el hambre. Cómo azotan cada una de
estas otras «pandemias» a los países latinoamericanos a los que bautiza como
Culo del Mundo, «en el sentido ambiguo de lugar de placer y de desprecio al
mismo tiempo». El miedo y el hambre como fórmula de control; los préstamos
financieros como método de colonización; las miradas ancestrales de la salud,
más acá del sanitarismo; el rol de las ollas populares no institucionales y
gestionadas por mujeres; la pregunta de si las salidas van a venir de los Estados
quebrados y corruptos; la violencia machista, la crisis de cuidados y la frase
de George Floyd traducida por Galindo: «En el centro de la pandemia nace el
movimiento NO PUEDO RESPIRAR
que en código andino quiere decir NO AGUANTO MÁS».
Agradecida con la
lectura crítica de Claudia Acuña y la edición de Helen Álvarez.
La Paz,
Bolivia.
En esta parte
del mundo desde donde escribo es urgente decir que no estamos enfrentando a una
pandemia sino a cinco, y al mismo tiempo. O, si prefieren, a una pandemia que
múltiples capas, adheridas una a la otras, donde la capa visible y externa es
la del coronavirus. Esa capa funciona como la superficie evidente detrás de la
cual se esconden y legitiman las cinco pandemias, a saber:
1) La pandemia
del fascismo que afecta las estructuras y libertades democráticas y que
moviliza el conjunto de prejuicios en torno de la enfermedad, el contagio y la
“protección” de la población.
2) La pandemia
colonial que afecta las relaciones Norte/ Sur, y las relaciones con los sures
del mundo presentes en todas las sociedades, la relación con el conocimiento y
manejo de la enfermedad y el sobreendeudamiento de toda la región para el
recrudecimiento de un contrato colonial global más severo.
3) La pandemia
de la corrupción y la desidia estatal.
4) La pandemia
de la violencia machista que afecta directamente el lugar de las mujeres y la
crisis de cuidados.
5) La pandemia
de las pandemias que es la del hambre.
Hay un juego
de espejismo entre una pandemia y otra, un juego que confunde y paraliza la
protesta: cuando estás interpelando una pandemia se superpone la de otra para
desactivar o relativizar todo argumento de resistencia.
En pocas
palabras, el coronavirus justifica todo.
Mientras
escribo este texto ha muerto una mujer en los brazos de su hijo. Murió por
tuberculosis en la puerta de un hospital donde por pánico no la dejaron entrar.
Es tan pequeña la madre que parece una niña acurrucada en los brazos de un
adulto, porque además de la tuberculosis la ha aniquilado el hambre. ¿Fue
primero el hambre y luego la tuberculosis?, ¿Tuvo también que ver el
coronavirus para que no pudiera pasar la puerta de un hospital o usaron ese
pretexto para no recibir a nadie porque ni hay ni hubo nunca allí lugar para
nadie más? Como quieran colocar el orden de los factores su muerte televisada y
transmitida se convierte en rutinaria.
¿Qué está
pasando en este sur bautizado como Latinoamérica que he preferido nombrar como
Culo del Mundo, culo en el sentido ambiguo de lugar de placer y de desprecio al
mismo tiempo?
¿Hay alguna
continuidad entre lo que pasa hoy en México, Perú, Brasil, Ecuador, Argentina o
Bolivia?
La región
misma es imposible de describir bajo un solo prisma, no hay uniformidad; ¿Qué
es entonces lo que hay de común entre el cavado de fosas para los cadáveres en
Brasil, el endeudamiento acelerado boliviano o ecuatoriano y la enésima amenaza
de quiebra del Estado argentino, que nos hace pensar en la pronta quiebra de
muchos Estados de la región?
Si de comunes
denominadores que recorren todo el continente se trata me atrevo a decir que la
violencia machista, la corrupción gubernamental y el lavado de manos de las
oligarquías locales -que en ningún país han asumido responsabilidad alguna- son
los infalibles, sea que gobierne la derecha fascista o la izquierda
progresista; sea que se haya optado por la cuarentena rígida, flexible o el
negacionismo.
Les pido
entonces permiso para hablar en términos generales, sabiendo que según qué país
te toca en suerte estos elementos funcionan de manera distinta.
Coloniavirus: la
densidad colonial de la pandemia
Pido permiso a
la ecuatoriana residente en Barcelona Mafe Moscoso, 
de quien tomo el título de «Colonialvirus». Ella
denomina así a la pandemia para denunciar lo que ocurre en Guayaquil y
describir el papel de las “exiliadas del neoliberalismo” expuestas como los
cuerpos portadores del virus, y el papel de las oligarquías.
La capa
colonial de la pandemia no es ni tangencial, ni de detalle; la envuelve
completamente.
La densidad
colonial supone que los países del sur compren desde los insumos médicos
pasando por pruebas, reactivos y respiradores hasta los medicamentos en un
mercado neoliberal-colonial y a precios especulativos, inaccesibles para
nuestras economías.
La densidad
colonial supone la preparación por parte del Fondo Monetario Internacional de
un proceso de endeudamiento acelerado, que aprovecha la situación de pánico
para que los gobiernos den las espaldas a las sociedades, mientras contraen más
deudas que empeñan el futuro, los bosques, la selva, el territorio, las
materias primas estratégicas, como el litio o el mismo oxigeno de la Amazonia.
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional están dispuestos a hacer
préstamos a todo tipo de gobiernos en época de pandemia que favorecen la
destrucción de la economía porque en ese contexto el endeudamiento se presenta
fácilmente como salvataje cuando en realidad representan la firma de contratos
de dependencia colonial, a futuro.
Nuestros remedios
Se ha hecho
escarnio de la propuesta que enarbolé en un artículo que publiqué al comienzo
del azote del colonialvirus sobre la medicina casera y ancestral como salida.
Parece ser que hay que creer dogmáticamente que este es un problema que lo
resolverá únicamente la investigación corporativa en laboratorios de
inteligencia artificial.
El problema no
está en poner en una línea dicotómica una medicina con la otra, menos en
colocarlas en una escala colonial de “primitivo” versus “desarrollado”. Lo más
necesario es integrar una con la otra y entender que los principios
psicosomáticos de las medicinas ancestrales y su comprensión holística del
funcionamiento del cuerpo. Son concepciones que deben ser integradas a toda
medicina urgentemente.
Por otro lado,
la medicina en la mayor parte de nuestros países es un recetario copiado sin
pensamiento ni investigación propia, por eso nos enteramos por la BBC y desde
Canadá que las llamas que conviven con nosotr@s en los Andes pueden ser portadoras de un
anticuerpo efectivo, o nos enteramos que en las ciudades de altura, como Quito
o La Paz, la incidencia es menor porque hasta al colonialvirus le da
maldealtura. No son nuestras universidades de Medicina ni nuestros laboratorios
quienes investigan porque en la mayor parte de nuestra región no hay
investigación y, cuando la hay, es en condiciones de extractivismo informativo.
La
microbiología y la inteligencia artificial pueden dar una solución específica y
temporal a este virus, pero déjenme ahora reirme un poco de quienes esperan con
fe esa solución. ¿Dónde está el laboratorio independiente no vinculado a los
poderes de la farmacéutica transnacional? ¿Qué conocemos realmente del virus
desde estos centros de información y qué se nos oculta desde estos mismos
centros de información?
Para ese poder
farmacéutico, como habitantes del Culo del Mundo hemos servido de cuerpos de
experimentación, de poblaciones descartables, de l@s que no importan, y también como territorio de
extracción de conocimientos. ¿Cuánto tardará en llegar una vacuna al chaco
argentino, a la amazonia peruana o boliviana, donde hoy miles y miles sufren el
dengue? Seremos literlamente l@s ú
ltim@s en recibirla.
¿Cuál será su costo real? No podremos pagar su precio con dinero, que es papel,
pero sin duda pagaremos completa la factura empeñando nuestra tierra.
La densidad
colonial es desgarradora cuando hablamos de l@s incontables
desplazad@s trabajador@s temporer@s que han
quedado fuera de todo servicio de salud, frente a quienes se han cerrado
fronteras declarándoles parias y a l@s que ninguna sociedad les
ha reconocid@ como pertenecientes: ni sus sociedades de origen, donde
sus remesas mensuales han garantizado ingresos económicos imprescindibles, ni
las sociedades donde han garantizado servicios de cuidados imprescindibles con
trabajo precarizado y sin derechos.
El
colonialvirus ha sido el pretexto político más “limpio” e incontestable del
neoliberalismo para abrir la circulación de mercancías y cerrar la circulación
de personas.
Europa ha
pasado de cerrar sus fronteras nacionales a cerrar sus fronteras continentales
y por fin habitar su sueño fascista de que el peligro es el otro. Ese mismo día
han surgido las voces de cientos y miles exigiendo la regularización inmediata
de td@os l@s calificad@s como ilegales
y hasta ahora solo Italia lo ha hecho.
¿Cuál es el
sistema de salud responsable de curar a l@s infectad@s que llegaron a España desde Guayaquil o el
Beni en Bolivia, regiones donde los contagios suponen algo muy parecido a un
genocidio?
El virus en su
densidad colonial es una frontera que divide los cuerpos y las poblaciones
entre las dignas de vida y las indignas de vida, entre las regiones desde donde
se elaboran y discuten los protocolos y las propuestas y regiones donde esos
protocolos no se piensan, sino que se copian.
Nos vamos
contagiando
Miedo y hambre
juegan un juego mortal en nuestras calles y nuestras economías.
Salir a
comprar alimentos es prepararse para visitar el salón del hambre; la gente está
saliendo a pedir limosna con creatividad, con dignidad y con originalidad, te
sostienen la mirada, te cortan el paso con delicadeza, te extienden la mano o
te ofrecen dulces y todo tipo de inventos prácticos para enfrentar la vida.
Ayer compré un ensartador de aguja aunque en mi casa no hay agujas, ni hilos.
La mirada del vendedor, sus demostraciones, su dignidad, su ropa, su aliento,
su bozal casero, todo él era un grito de dignidad magnetizante.
Abundan las
variedades de mascarillas que prefiero llamar “bozales para humanos” para todo
gusto y bolsillo, porque de eso también hay que sobrevivir, pero la mascarilla
universal parece ser de piel de mandarina. Los cítricos han invadido las calles
y es con cítricos con lo que con ingenuidad nos defenderemos por acá de la
pandemia, mientras nos vamos contagiando el colonialvirus y las ganas de vivir
al mismo tiempo.
Caminando en
los barrios populares de tanto en tanto me vienen vahos de olor a hierbas que
deben estar hirviendo en gastadas ollas que perdieron la tapa hace décadas. La
gente se ha refugiado en la medicina casera y en los conocimientos de la abuela.
Los vahos vienen de lejos porque los pueblos amazónicos han decidido espantar
la pandemia con largos rituales.
Las ollas
comunes -que son ni más ni menos que la respuesta colectiva y no individual al
hambre- no sólo representan un acto de desobediencia, sino que son noticia
corriente y cotidiana. Las hay de todos los tipos y bajo todo género de
organización en todo el continente. Tienen dos características comunes:
1.
Son organizadas y gestionadas por mujeres no por
una cuestión de servidumbre, sino por un saber hacer-
2.    No son
estatales ni institucionales y son super efectivas como medida social frente al
hambre. Nadie se atreve a intervenir, descalificar, ni desactivar olla común
alguna.
Especialmente
desobedientes viejos y viejas prohibid@s de salir están en las calles. La policía
tampoco se atreve a cuestionarles. Ahí están ellos y ellas con 70, 75 y 80 años
en busca de subsistencia. Mil formas en las que l@s ancian@s de
nuestras sociedades están desafiando a la muerte misma. Lo que consiguen lo
comparten con sus amores y al día siguiente de nuevo les ves en las calles
marcando el ritmo de una cuarentena que no es lo peor ni lo más duro por lo que
han pasado.
Quizás la
mayor potencia de las gentes de esta región está precisamente ahí. No es que
nos ha venido una crisis, sino que vivimos en crisis, no es que esperamos
respuestas sino que las inventamos continuamente de forma artesanal e intuitiva
apelando a las herramientas del propio contexto, y es eso lo que en la región
se ve por todas las esquinas. Remedios caseros, inventos de nuevas formas de
ganarse la vida y de lanzarse a la muerte al mismo tiempo. Los días se han
convertido en festivales coloridos del fin del mundo.
El Estado y la
pandemia de la corrupción
Seguramente en
lo que a corrupción se refiere el gobierno boliviano debe de ser hoy uno de los
más sobresalientes de la región. El escandalo de la compra de 500 respiradores
a un 300 por ciento más de su precio es tan sólo la punta del iceberg.
Compramos vía
intermediaros las pruebas más caras de la región, pero hacemos el menor numero
de pruebas de la región. Varias capitales del país no tienen laboratorio de
procesamiento de pruebas y los pocos laboratorios que hay están colapsados y
entregando los resultados tardíamente, pero además las pruebas ya llegan
tardíamente a los laboratorios pues son transportadas por vía terrestre.
Las cifras de
contagio son bajas porque hay un subregistro descomunal debido a la negligencia
estatal que funciona como mentira colectiva. La función más importante del
Estado como es la educación pública está suspendida y los planes de convertirla
en virtual no pasan de ser una mentira colectiva.
El gasto
militar se ha triplicado porque la movilización de tropas es contínua y se ha
utilizado la pandemia para la legitimación de la presencia militar en las
ciudades.
Ninguno de los
sectores oligárquicos vinculados a las transnacionales o que representan las
grandes concentraciones de capital en la región han sido convocados a asumir ni
siquiera una parte de los costos de la pandemia. Es más: en muchos casos han
sido los primeros que han pasado a los gobiernos sus listas de pérdidas y
requerimientos. Mientras la población está perdiendo trabajo, sustento,
educación e inclusive la vida las oligarquías se están lavando las manos y
dándose el lujo de hacer caridad. Grotesca es la imagen recurrente de las
donaciones caritativas para sacarse la foto de portada.
¿Podemos
entonces permitirnos pensar que las soluciones van a venir desde el Estado?
¿Podemos contentarnos con hacer una lista de demandas post colonialvirus para
pasarle a los gobierno? ¿Es sólo cuestión de cambiar un gobierno por otro?
¿Es realmente
la salida darle al Estado la administración de una renta básica universal que
es lo que propone la CEPAL (Comisión económica para America Latina)y la
izquierda llamada progresista? ¿Cuánto nos va a costar cada peso boliviano,
cada sol peruano, cada peso chileno o argentino que retiremos de una ventanilla
del Estado?
En esta región
me atrevo a decir que la pobreza no es la falta de ingresos sino el despojo, no
es la falta de ingresos sino la destrucción sistemática del ecosistema, la
destrucción de la selva y de las aguas dulces.
La propuesta
de la CEPAL tiene mucho que ver con un reendeudamiento de nuestras sociedades y
con la contención de la revuelta que se está cocinando en las otras ollas
comunes que son las ollas de las ideas, las rabias, el dolor y las
frustraciones. Por un año de renta básica firmaran en nuestro nombre la
reincorporación pasiva y sin objeción ni debate al capitalismo
patriarco/colonial extractivista.
Violencia machista
y crisis de cuidados
Lo que peor
han resuelto los Estados es la cuestión de l@s niñ@s convertidos en pájaros enjaulad@s, cuya
responsabilidad de contención ha estado y está descomunalmente descargada sobre
las espaldas de las madres. Agravada con el hecho de que empieza la ola de
flexibilizacion de la cuarentena, no se abren las escuelas ni hay soluciones
para la crianza demostrando que sobre las espaldas de las mujeres se puede
descargar todo sin límite alguno e incluso sin lógica.
El
colonialvirus es una crisis de cuidados que ha colocado a los cuidados en la
doble vara de los trabajos recargados y mal pagados masivamente realizados por
mujeres y, al mismo tiempo, en los únicos realmente útiles a la hora de salvar
vidas, contener emocionalidades y construir sentidos colectivos.
Suprimir la
calle para las mujeres ha sido suprimir el espacio emancipatorio histórico. Ha
significado suprimir la otra ciudad efímera que habitamos y montamos cada día.
Ha sido un auténtico encarcelamiento en la familia nuclear patriarcal que
andábamos disolviendo y en el espacio de captura de nuestras energías. Ha sido
colocarnos a merced de las frustraciones de un macho que está en decadencia y
que no encuentra su propio lugar en el mundo. Los índices de feminicidio en
cuarentena son la prueba de esto que estoy diciendo. Los índices de violencia
machista y violencia sexual que rompen todo sentido romantizado de hogar son la
prueba de lo que estoy diciendo. La calle es nuestra casa y el espacio del
afuera es el espacio en el que estamos construyendo libertad.
Esto coloca a
la familia y al Estado en la misma línea de las instituciones caducas, de
mamotretos arcaicos que en esta crisis han mostrado su ausencia de respuestas,
su peso como mito y su inocultable decadencia.
La comunidad
no es la suma de familias, sino la ruptura de estas para la construcción de
nuevas afectividades, contenciones y complicidades.
El Estado no
es la entidad llamada a resolver lo que la post pandemia trae, sino que la
sociedad organizada, las voces críticas y las hambres acumuladas somos quienes
necesitaremos elaborar no un pliego de peticiones a gobierno alguno sino un
marco de redefinción política de la democracia como un eje radical de
participación y no como un aparato de marketing electoral, de la economía como
un eje de construcción de bienestar y de la colectividad como el lugar del
desorden afectivo.
Debajo del
hambre están creciendo las ideas.
Debajo del
hambre siguen floreciendo los sueños.
Y mientras
enterramos a l@s muert@s, ell@s todavía
calientes se confabulan con nosotr@s para decirnos que no murieron de
coronavirus sino de capitalismo.
En el centro
de la pandemia nace el movimiento NO PUEDO RESPIRAR que en código andino quiere
decir NO AGUANTO MÁS.

 


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Por Fernando Alexis Jiménez | @misnotasdeldia

El alcalde de Cali, la segunda ciudad más importante de Colombia, hijo de un combatiente aguerrido y convencido de sus ideas del entonces Movimiento 19 de Abril (M-19) quien murió creyendo en la lucha por los más desfavorecidos, es el mismo que hoy impulsa desalojos de invasiones, y anuncia que proseguirá con esa política, que finalmente favorece a la empresas constructoras.
Irónico porque Jorge Iván Ospina se formó en Cuba, en donde no solo estudió cirugía, sino que se especializó y recibió en las aulas de estudio, no solamente lecciones sobre anatomía e intervenciones para salvar enfermos, sino una clara solidez política. Fueron largos años en un país que ha librado una batalla valerosa—en medio de inmisericordes bloqueos–, pero que ha salido airoso, favoreciendo a la gente humilde, popular, esa clase a la que perteneció el hoy mandatario caleño.
Pareciera que no aprendió mucho. Los hechos saltan a la vista: la orden para un desalojo en la zona rural conocida como Pance, en donde se erigen apartamentos y casas de quienes ostentan pertenecer a la clase privilegiada caleña. ¡Por supuesto, no se podían permitir ranchos delante de las lujosas construcciones!¡Perderían su valor comercial! La pobreza huele mal y resulta insultante para los ricos, en todas partes del mundo. Y Ospina es un rico emergente que olvidó su origen de pueblo.
Tras el desalojo solo queda la tristeza y el dolor. - Foto El Tiempo.
Tras el desalojo solo queda la tristeza y el dolor. – Foto El Tiempo.
Con máquinas y fuerza policial, se destruyeron cambuches y en medio de una pertinaz llovizna y el frío, numerosas familias, con muchos niños, quedaron a la intemperie mientras que sus esperanzas caían en medio de la gritería para que se fueran. En su mayoría, son indígenas.
La nota valerosa la escribió para la historia un agente de policía, de ascendencia indígena, Ángel Zúñiga Valencia, quien se negó a arremeter contra su propio pueblo y hoy enfrenta un proceso disciplinario que puede derivar en destitución y cárcel por “desacatar órdenes”. Por supuesto, la indignación de los colombianos se ha hecho sentir, pidiendo respeto para los derechos de quienes hoy son destechados, y para quien—en su condición de patrullero-,  no se sumó a la aplicación de lar arbitrariedades.
Los desaciertos del alcalde de Cali yéndose lanza en ristre contra el pueblo, no es nada nuevo. El pasado 16 de mayo ya había ordenado que el mismo aparato destructivo echará por tierra los cambuches construidos en la parte alta Siloé, una zona vulnerable del occidente de la ciudad.
Recuerdo el día en que, tomándome un tinto con el profesor y politólogo, Horacio Duque, le expliqué mis razones para no apoyar a Jorge Iván Ospina. “Estás equivocado—me dijo–; éste es un buen hombre, con buenas intenciones”. Comprendo que a Horacio lo traicionaron en su buena fe.
Las buenas intenciones del alcalde son evidentes: acabar con la clase popular, a la que él perteneció y a la que decidió volverle la espalda. Horacio, mi hermano, el tiempo me ha dado la razón…

Sugov05/30/2020
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A propósito del afán de reincorporar los empleados públicos en la Gobernación del Valle del Cauca

L
os abuelos solían decir, y con
sobrada sabiduría: “El palo no está pa´ cucharas” cuando las
circunstancias no estaban dadas para algo. Aplica a la situación que se ha
desencadenado en Cali y que, en las últimas horas, llevó a que desde el
Ministerio del Interior le dirigieran al Alcalde una carta en la que advierten
sobre las medidas sanitarias con motivo del aumento de los casos de covid 19.
Nos referimos a la Circular CIR2020-61—DM-100 que tenemos en nuestras manos y
que igual aplica para Barranquilla y Bogotá.

Bueno, y a todas estas ¿a qué
viene tanta milonga
? Al Decreto que está para la firma de la Gobernadora,
Dra. Clara Luz Roldán, preparado, revisado y vuelto a revisar el viernes último
en el Departamento Administrativo de Desarrollo Institucional—DADI– ,
disponiendo la reincorporación de los empleados.

La medida se ampara en la
Directiva Presidencial 3 de mayo del 2020 y desconoce—aquí viene lo grave—, la
nueva directiva contenida en el Decreto 749 de mayo 28 que amplía hasta el 1 de
julio el aislamiento preventivo.

Se debe, por tanto, esperar para
reintegrar la totalidad del personal, en consonancia con el artículo 1
del Decreto 749
y el artículo 1 de la Resolución Departamental 242/2020 que
así lo disponen.

¿Y cómo se enteraron? No,
nosotros no estamos consultando a la bruja Diocelina de Sábados Felices. Ocurre
que en el edificio cada compañero contratista y empleado se ha convertido en
los ojos y en los oídos del Sindicato Unitario de la
Gobernación del Valle del Cauca—SUGOV–.
Aun cuando no están
afiliados, ellos son “sugovianos de corazón” y nos suministran la información.
No hablamos por hablar. Cuando decimos algo, tenemos el soporte y la
sustentación. Además, esos compañeros simpatizantes de la causa, son
conscientes que nuestra organización sindical es la que—a diferencia del
silencio agobiante de los demás—es la única que está dando la pelea por ellos.

Está en juego la vida de decenas
de compañeros y compañeras que no tienen carro oficial ni motorista asignado,
sino que se exponen movilizándose en el transporte masivo Mío o en los
eventuales vehículos piratas que ya están operando. ¡Aquí estamos hablando de
la clase trabajadora!

Tomar decisiones desde un
escritorio es fácil, mucho más cuando los peones del ajedrez que se pueden
sacrificar en una jugada, son los empleados.

Determinar algo por encima de una
directriz de la Presidencia tiene sus consecuencias porque el Valle del Cauca
no es una “rueda suelta” ni una república independiente. Sobre esa base,
llamamos a la sensatez, a la legalidad en todas las actuaciones para que una
medida arbitraria, no termine en un jaque-mate con intervención de los
organismos de control.

Y por favor, doctor Chávez, a
cuidarse. Está bien que los funcionarios públicos le hacemos falta en el
edificio como pareciera que, también, a los directores de los institutos
descentralizados, pero con tanto coronavirus circulando por ahí, lo mejor que
podemos hacer es proseguir con el trabajo remoto—que ha dado resultado y
también tenemos la sustentación, como usted dispone de ellos
–, hasta que
las circunstancias sean propicias.

Junta Directiva
Sindicato Unitario de
la Gobernación del Valle del Cauca—SUGOV–

Le invitamos a leer el Blog oficial
de nuestra organización www.sugov.blogspot.com


Sugov05/21/2020
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Afán por reincorporar a los empleados al Edificio de la Gobernación del Valle del Cauca sin alistar protocolo de bioseguirdad. ¡Insólito! 

La Administración Departamental
frente a las políticas nacionales del covid 19
El Director del DADI afanado por llevar los empleados al edificio
No nos lo estamos inventando. Lo
ha definido el Departamento Administrativo de la Función Pública –DAFP—y lo
reafirmó el pasado lunes 18 de mayo: en el caso de los funcionarios públicos,
se debe privilegiar el teletrabajo (parece que aquí no ven al Presidente
Duque con todo y lo aburridor de sus peroratas
). Por ese motivo—no estar al
día en las noticias–, el afán del Director del Departamento Administrativo de
Desarrollo Institucional–DADI—, para reincorporar a los empleados físicamente
al edificio. ¡Imaginamos que le hacemos mucha falta!

Por si él no se ha enterado—en
este país del realismo mágico muchas cosas pueden ocurrir
—el confinamiento
se prolongó hasta el 31 de mayo, fecha en la cual se reabrirán progresivamente
varios sectores.

Y por si el doctor Chávez no se
ha enterado—en
 este país macondiano todo puede ocurrir–, el Valle del
Cauca y Cali con su área metropolitana incluida, ocupan el tercer nivel de
contagios del coronavirus a nivel nacional, y algo más: el 70% de las UCI están
copadas—claro, no todas con enfermos de covid, pero no pueden sacar a otras
personas ingresadas allí a las volandas–.

Así las cosas, uno no entiende
los afanes de la Secretaria de Cultura, en su momento, y ahora, del Secretario
de Agricultura, para que se reintegren los funcionarios el martes próximo.

Imaginamos que, al hacerlo, se
hacen responsables de pasarse por la faja las directrices nacionales y, en
segundo lugar, lo que se derive de los compañeros empleados y contratistas que
se pudieran contagiar. Uno nunca sabe, en esta nación donde lo inverosímil
pude tornarse real en la imaginación
, de pronto ellos están dispuestos a
asumir el riesgo.

Demandamos un pronunciamiento de
la Gobernadora, Clara Luz Roldán. No es arriesgando a los empleados—sin que
haya todavía un protocolo de bioseguridad concertado con todas las organizaciones
sindicales como han pedido las centrales obreras–, como vamos a salir
adelante, promoviendo el reinicio de labores. Sólo así, con diálogo y
concertación, se podrían dar puntadas para construir un Valle Invencible,
porque, de lo contrario, la amenaza del Covid 19 nos puede desmoronar.

Visite nuestro Blog oficial www.sugov.blogspot.com



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El Sindicato Unitario de la Gobernación del Valle del Cauca-Diverso pero Unitario, es una Organización Sindical de Industria y/o rama de actividad económica de primer grado y mixta, que tiene en su seno a Servidores Públicos adscritos en los Niveles Central-Descentralizado, EICES-ESES-de Nivel Dptal. y Funcionaros de Educación planta FODE .


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