SINDICATO UNITARIO DE LA GOBERNACIÓN DEL VALLE DEL CAUCA
NOSOTROSCONTACTO 29 Mar, 2024

Érase una vez un Valle Próspero que llegó a ser Valle al Garete… (Un relato para pensar)

Cuenta la Leyenda que el Rey se empecinó en construir el adefesio de bandera porque quería ser recordado por todos para siempre, desconociendo que ya había pasado a la historia por ser uno de los más grandes equívocos de los parroquianos que lo escogieron…

Por Fernando Alexis Jiménez

Esta mañana cuando llegaba a la Oficina, me entregaron el siguiente relato guardado en un sobre de manila. “Usted sabrá qué hacer con él...”, me dijo el emisario. Lo leí. Es un relato cándido pero ingenioso. Y aunque es Anónimo, lo publico porque con cuentecitos inocentes como éste, Gabriel García Márquez llegó a ser Nóbel de Literatura. Transcribo el texto, fiel a como llegó a mis manos:

“…Érase una vez un Valle Próspero. Sus habitantes vivían felices. Trabajaban y soñaban con un buen porvenir. En ese Valle se tenían todas las condiciones para ser no solo Próspero sino Líder. Y todos creían que llegaría el momento en el que serían una de las regiones que jalonaran el liderazgo de todo el Reino.

Pero las desgracias del Valle Próspero comenzaron cuando escogieron como Rey a Niño Loco, un principe con aires de coca-colo que se dedicó a jugar fútbol con sus amigos en Pance, conquistar jovencitas en la avenida Sexta y saquear lo poco que había en las Arcas del Reino, ayudado por su corte de aduladores. Lo asesoraba un personaje malévolo de ojos brillantes y sonrisa enigmática a quien llamaban Niche Maquiavelo, que llegó a ser encarcelado en una celda oscura por sus acciones, y dicen que está por salir de allí para seguir gobernando tras bambalinas.

A este reyezuelo lo sucedieron otros gobernantes, hasta que —cansados de tantos infortunios–los habitantes de la aldea escogieron a un hombre a quien creían bonachón, que se rodeaba de politiqueros que en realidad eran lobos disfrazados de ovejas, era hijo de una maestra humilde–cuento que siempre echaba por delante para ganarse la aceptación de los aldeanos–, hacía con sus manos señales positivas de que todo iba bien, y todos creyeron, sería la salvación para Valle Próspero.

Los aldeanos, gente noble pero muy crédula, lo rodearon y vinieron desde lugares muy lejanos para decir que aquél era el Rey que necesitaban. Y eligieron a Rey Blandengue. En la ceremonia de coronación estaban todos, hasta “Mirringa Mirronga, la gata morronga“, una plebeya que renegó de su origen humilde y se dedicó a aprovechar el “cuarto de hora“, olvidando que la vida da muchas vueltas. Ella junto con un personaje a quien llamaban Odilio–plebeyo de un pueblo muy distante quien pretendía ser de abolengo–, fueron los abanderados de hacer los contratos en la Nómina Paralela de los funcionarios del Palacio y los encargos, porque Rey Blandengue le decía a todos: “La idea es que tengan su contratico y su encargo para que todos vivamos felices en el Reino“.

Valle Próspero muy pronto comenzó a ir hacia atrás. Las finanzas no iban bien, Rey Blandengue le incumplió a los aldeanos: No arregló sus carreteras, las escuelas se caían a pedazos, no entregó las casas que prometió para todas las aldeas, dejó sin una moneda de oro a las víctimas de los conflictos de tiempos pasados, y quería acabar con las instituciones donde se formaban los bailarines del reino, donde estudiaban los músicos, bufones y teatreros, y con la biblioteca a donde iban los aldeanos a leer y aprender cosas nuevas.

En esa tarea de favorecer sólo a sus amigotes, le ayudaban un emperadorcito venido de Singapur, y después una Bruja Mala, que cuando supo que a los parroquianos les iban a dar una Bonificación para reconocer su esfuerzo en el Palacio, se opuso ferozmente. Después de preparar una pócima con los polvos mágicos de Birlibirloque y de Zafra, le dijo a todos con una sonrisa triunfalista e impostada: “¡Magia, magia! Nada por aquí, nada por allá…”.

Valle Próspero llegó a convertirse, para tristeza de los aldeanos, en Valle al Garete

Los aldeanos también conocieron, en esa trama novelesca en la que se convirtió Valle Próspero, a un miembro de la cohorte que de niño llamaban “Josesito” y otros “Luisito“. Hablaba desde su más tierna infancia como una “cajita de música“, muy lindo, y sin mucho esfuerzo. Sus padres y abuelos dijeron aterrorizados al verlo con esas destrezas innatas: “Este va a ser político“. Y muy a pesar de lo que ellos querían y pese que hasta le rogaron con lágrimas que se hiciera médico, arquitecto o periodista, el muchacho llegó a las esferas de la política y supo aprovechar cada oportunidad. Cuando hablaba con los parroquianos, les daba la razón, pero apenas iba a la Corte Real, les contaba qué pensaban los parroquianos y comentaba: “Esos no están ni tibios“.

Los que sacaban la cara por el Reino eran los Mosqueteros. No eran tres sino doce. Y el lema que tenían en su portaestandarte rezaba algo así como “Todos para uno y uno para todos“. La gente decía de ellos: “Son gente seria y berraca; no se venden y luchan por los aldeanos“, pero no pasaban de sus comentarios bien-intencionados y de esa pasividad y parsimonia se aprovechaban Rey Blandengue, Mirringa Mirronga, la Bruja Mala, el Emperadorcito, Odilio y hasta Emilio… Todos los malos del cuento sonreían con malicia porque los parroquianos estaban adormecidos y ellos querían que siguieran así

Y cuenta la Leyenda de Valle Próspero que Rey Blandengue llegó al colmo de su arrogancia cuando propuso construir un estandarte de cien metros, con la bandera del Reino, para que todos la vieran en el imperio, hasta de lugares muy lejanos. Destinó a ese propósito una fortuna de las Arcas reales…

No le preocupó que los habitantes de las aldeas estaban cada vez peor ni que los empleados del Palacio vivían en situación precaria, que no tenían buenas condiciones para trabajar, que las oficinas estaban en mal estado, que no habían equipos de tecnología moderna para trabajar, que era necesario remodelar las instalaciones… Nada, no le importó nada. Se empecinó en construir ese adefesio de bandera porque quería ser recordado por todos para siempre, desconociendo que ya había pasado a la historia por ser Rey Blandengue, uno de los más grandes equívocos de los parroquianos que lo escogieron, el que llevó a Valle Próspero hasta la condición de Valle al Garete, como comenzaron a llamarlo en otros reinos.

Los aldeanos volvieron a lucir un rostro lleno de desconcierto. Se veían desesperanzados. Hasta llamaron a los doce Mosqueteros para pedir ayuda. Y cuenta la Leyenda que se preguntaban: “¿Qué Rey o quizá Reina llegará a Valle al Garete?”, porque temían que de ser Valle Próspero y pasar a Valle al Garete, de pronto terminaran viviendo en Valle en el Abismo

Esta historia continuará…

NOTA IMPORTANTE:

Esta columna compromete el criterio del autor y no encarna necesariamente el pensamiento del movimiento sugoviano ni de los doce Mosqueteros...

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