SINDICATO UNITARIO DE LA GOBERNACIÓN DEL VALLE DEL CAUCA
NOSOTROSCONTACTO 20 Mar, 2023

Pido la Palabra

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Colombia nuevamente en el escarnio del concierto mundial: la presidente de la Cámara de Representantes terminó graduándose con una tesis plagiada. Un país donde se habla de transparencia, pero los mismos legisladores son corruptos.

Por Fernando Alexis Jiménez  | Dirigente Sugoviano

La doble moral del partido de gobierno quedó evidenciada con la denuncia de la Universidad Externado de Colombia, sobre el plagio que hizo Jennifer Arias Falla, presidenta de la Cámara de Representantes, en la tesis de la maestría en Gobierno y Políticas Públicas.

El pronunciamiento de la entidad académica se produjo tras meses de investigaciones. La tesis fue sometida a un análisis electrónico y oh sorpresa de sorpresas: “Esta operación arrojó un importante número de coincidencias con fuentes o documentos publicados en internet de autores diferentes a las señoras Arias Falla y Largo Alvarado”, se lee en el documento.

Como era apenas previsible, la Universidad contrató a un experto en derechos de autor y propiedad intelectual para confirmar o desistir en este caso. Luego concluyó: “… es ostensible la cantidad de textos reproducidos literalmente (plagio servil) o deliberadamente parafraseados en donde basta la simple lectura para deducir la forma en que tales fragmentos llegaron al trabajo de grado analizado”.

Lo sorprendente, además, es que no se trata de la única líder política que incurre en esta irregularidad. Ya otros líderes lo han hecho.

Lo grave del asunto es que, en la plenaria donde los congresistas pidieron su renuncia, se exaltó y argumentó que la atacaban porque era del partido de gobierno y “ustedes son de la oposición.”

Nuestras leyes dicen que cualquier ciudadano tiene derecho a ser escuchado en cualquier proceso y entregar pruebas. Además, debe existir un debido proceso. Mi nombre ha sido maltratado sin ser escuchada, eso no es justo y así ustedes no me quieran, por ser del Centro Democrático, eso no es justo”, dijo sin poder contener su furia. Ahora resulta que es perseguida política. ¡Faltaba más, por Dios santo!

No es nuevo, por supuesto, porque muchos de quienes han sido cercanos e, incluso, funcionarios de corte Uribista, terminaron inmersos en hechos escandalosos y de corrupción. Basta mencionar algunos nombres:

Bernardo Moreno, Alberto Velásquez, Andrés Felipe Arias, César Mauricio Velásquez, José Obdulio Gaviria, Diego Palacio, Mario Uribe, Sabas Pretelt de la Vega, Luis Alfonso Hoyos, Luis Carlos Restrepo, María del Pilar Hurtado, Jorge Noguera, Flavio Buitrago y Luis Guillermo Giraldo.

No estamos hablando de peritas en almíbar ni personas a las que, injustamente persiguieron. Nos referimos a quienes han ocupado altos cargos en el gobierno nacional y en el Congreso.

Pero volviendo al caso de Jennifer Arias, tuvo la desfachatez de declararse inocente y blanco de un complot: “¿Quién me garantiza a mí que el documento sobre el que hicieron la investigación es del documento original de mi tesis?”, dijo Arias. Por último, manifestó su confianza en la justicia, donde dice que demostrará que no hubo plagio.

Lo único positivo de esta política, que en otras ocasiones ha sido cuestionada, es que reconoce que es del partido de gobierno. Es decir, una representante de la organización política que ha sumido en la crisis a Colombia y que, fruto de la inconformidad popular, debió soportar poco más de dos meses de paro nacional.

Lo grave ahora es que Oscar Iván Zuluaga, del partido Centro Democrático, se postula nuevamente como candidato presidencial para continuar con la hegemonía de corrupción, arbitrariedad y descrédito para el país.  

NOTA IMPORTANTE: El autor del presente artículo asume la totalidad de la responsabilidad por el contenido, ya que—aunque es dirigente sugoviano—reconoce que sus planteamientos de carácter político, no necesariamente interpretan el pensamiento político de la organización sindical.


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El mayor problema que enfrentan es el bloqueo internacional y que, los países con los que mantienen relaciones comerciales, no demandan toda su producción. Los estimativos son alentadores para finales de este año y comienzos del 2022.

Por Fernando Alexis Jiménez | Dirigente sugoviano

Las imágenes de una Venezuela donde las personas recogen desperdicios de un tacho de basura para paliar el hambre, distan mucho de un país que sobrevive al bloqueo económico promovido por Estados Unidos y sus aliados. De hecho, han emprendido acciones que se ven reflejadas en la progresiva recuperación de su economía.

“El mayor problema que tenemos, no es la devaluación del bolívar, sino quienes desde afuera levantan barreras para frenar cualquier posibilidad de generar exportaciones”, me dijo Neftalí Moisés Freites, un exponente de la clase trabajadora con amplia trayectoria en PDVSA. Estábamos tomándonos un cafecito en El Danubio, desde donde se escucha el rumor de los vehículos que transitan la avenida Cacique Guaicapuro, en el tradicional sector de San Agustín, en el norte de la ciudad.

CAMINO A LA REACTIVACIÓN ECONÓMICA

En Chacao Danubio, una zona hermosa como las que tiene Cali, muchas personas se dan cita para compartir una buena comida. No son ricos, sino hombres y mujeres de clase media que no se resignaron a la adversidad y decidieron meterles el hombro a las situaciones difíciles. Trabajan o se rebuscan. Así de sencillo. No andan a la caza de desperdicios, imagen popularizada por los medios internacionales.

Aquí la vida es normal, como en Colombia o cualquier otra nación latinoamericana. Por eso no entendí sus preguntas alrededor de cómo estábamos acá (una forma muy diplomática de decirme que preguntaba pendejadas). Y ya comprende por qué le dije que venía para Venezuela, no para una prisión gobernada por un dictador, como dicen los pitiyanquis”, me dijo tras soltar una carcajada que me hizo sentir que, pese a mi condición de hombre de izquierda, me he dejado permear como muchos, por la información que nos venden los norteamericanos a través de sus canales masivos.

Medios internacionales se han encargado de vender una imagen de miseria sobre Venezuela.

El Danubio es una pastelería fundada hace 50 años. Conserva el toque especial en la preparación del café, muy propio de sus fundadores. Por su nómina han pasado varios colombianos, quien saben de café y le imprimen su marca especial al prepararlo.

Aunque el producto interno bruto (PIB) experimenta una contracción, los vientos alentadores soplarán en el 2022 con un alza positiva del 1%. “Nuestra economía va camino de la reactivación”, me dijo este obrero que, gracias al apoyo del gobierno, pudo cursar ingeniería de sistemas y una especialización. Una oportunidad que tienen todos gracias a una ley obligatoria que permanece en el tiempo. “Aquí estudia el que quiere, y el que no, se va para Colombia, Ecuador o Perú, a pedir en los semáforos.”, enfatizó.

Contrario a esta perspectiva alentadora, el Fondo Monetario Internacional mantiene su previsión de que el PIB de Venezuela caerá 5%, aunque su dato más reciente es el de abril.

A renglón seguido me mostró unos estudios del economista, Eduardo Fortuny, de Dinámica Venezuela, una organización especializada en investigaciones financieras. Según el profesional, se espera un crecimiento del 3% este año, y del 4% para el próximo 2022.

Este profesional ha sido cuestionado por sus posiciones polémicas alrededor de que todavía falta la salida de por lo menos 3 millones de sus connacionales para llegar a un nivel de estabilización en todos los órdenes. “No podemos seguir ejerciendo un papel paternalista, que—hay que admitirlo—es uno de nuestros mayores desangres”, insiste. La otra cara de Nicolás Maduro que pocos conocen. Ha sido así desde 1998, cuando se inició la era del coronel Hugo Rafael Chávez Frías.

Las naciones con las que mantienen nexos, se convierten en plataforma para venderles minerales, oro, acero, hierro, aluminio, fertilizantes, maíz, pescado, bebidas, vinagre y químicos inorgánicos.

Casa donde nació el libertador, Simón Bolívar. Convertida en un museo.

LA MIGRACIACIÓN, FRUTO DE LOS CANTOS DE SIRENA

Neftalí Moisés Freites me acompañó en el recorrido por varios sitios emblemáticos de Caracas. Conocí la casa donde nació Simón Bolívar—una edificación suntuosa con placas de mármol en la entrada–; la Quinta de Anauco, una estructura colonial de finales del siglo XVIII a la que Bolívar iba con frecuencia y convertida hoy en el Museo de Arte Colonial; la Plaza Bolívar o plaza mayor construida en 1567; el paseo Los Próceres, el Museo de Arte Contemporáneo y el inolvidable Puente Llaguno, escenario de una marcha que pretendía tumbar al presidente Chávez, andanada en la que participaron ciudadanos azuzados por Norteamérica el 11 de abril de 2002.

Hubiese querido conocer más, pero fue imposible por el inesperado deceso de mi suegra, lo que obligó el regreso a Colombia tras exponer en un encuentro de periodistas de varios medios alternativos de Latinoamérica. Adelantar el viaje no fue difícil, ya que la aerolínea que hace tránsito en la ruta Cali-Panamá-Caracas y viceversa, viaja con relativa ocupación. Comprensible: el renglón turístico está diezmado por la mala prensa internacional.

El dirigente obrero me habló de un fenómeno que sigue creciendo: la migración de venezolanos a otros países. “Ya sobrepasamos los seis millones de compatriotas aguantando hambre en otros países, en especial, en Colombia, donde su presidente Duque les prometió el paraíso.” Le aclaré que Duque no es “mi presidente”, porque soy de izquierda, y que ni siquiera los derechistas lo quieren porque ha sido—junto con Uribe–, uno de los peores gobernantes de la historia. Una prueba evidente fue el Paro Nacional que tuvo en jaque al gobierno por más de dos meses.

El tradicional Paseo de los Próceres.

Alrededor de 850 mil personas han pedido asilo en otras naciones, 175 mil han logrado el estatus de refugiados y hay quienes han corrido con “suerte” y viven en buenas condiciones en el extranjero. Suman los 2.5 millones.

¿Por qué se fueron?, le pregunté. Un largo silencio, una mirada perdida en la lejanía, hacia donde se levanta el Parque Nacional El Ávila, para dar una respuesta contundente: “Les faltó el coraje para enfrentar los malos momentos. Dejaron su país para asumir una actitud mendicante en otros lares. Allá los discriminan y, no podemos negarlo, algunos se han visto involucrado en delincuencia. No todos, pero algunos sí.”, me dijo. Lo comprendo, siente el dolor de patria porque ellos, al igual que él, vieron florecer una Venezuela con esperanza, antes que Norteamérica emprendiera la concatenación de ataques a su economía.

EL PAÍS ESTA EN PROCESO DE RECONSTRUCCIÓN

En criterio de especialistas, es necesaria la liquidación de empresas estatales que están generando pérdidas, la repotenciación de otras que son prometedoras para el mercado y, en tercer lugar, la búsqueda de nuevos mercados.

Aquí nos tocó reinventarnos. No es un proceso fácil, pero vamos a lograrlo porque hay gente dispuesta”, explica tras escribir en mi libreta de notas, una serie de cifras que apuntan a una recuperación económica. “Mire estos números. No estamos soñando. Ahora somos una opción comercial.”, anotó.

Es cierto, al punto que congresistas colombianos insisten en el restablecimiento de relaciones comerciales entre los dos países. No porque amen a Venezuela, sino por conveniencia.

Regresé a mi amada Colombia con dos sentimientos: la nostalgia por abandonar un territorio que sigue luchando por sobrevivir al bloqueo de varios enemigos del sistema, y la urgencia de llegar al sepelio de mi familiar.

Solo puedo decir que, al despegar el avión del casi vacío aeropuerto de Maiquetía-Simón Bolívar, me fijé la meta de regresar y, estoy seguro, será muy pronto…

NOTA IMPORTANTE: El autor de esta nota asume en su totalidad la responsabilidad por el contenido, incluyendo sus apreciaciones políticas. Aun cuando es dirigente sugoviano, admite que sus conceptos no necesariamente interpretan el pensamiento del Sindicato que lleva en su corazón.

 


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Si algo quedó en evidencia durante el Paro Nacional, es que los medios tradicionales de información, asumieron la tarea de difundir mentiras a favor del gobierno nacional, mientras que los medios alternativos, enfrentaron la “censura oficial”.

Por Fernando Alexis Jiménez | Dirigente sugoviano.

(Ponencia ante el Encuentro de Periodistas en Caracas, Venezuela, con participación de medios alternativos latinoamericanos)

Uno de los bastiones de la democracia, en un país que se precia de serlo, se fundamenta en la libertad de expresión. Sin embargo, Colombia mostró lo contradictorio e incoherente de su discurso, el mismo que aviva en diferentes escenarios internacionales, porque durante los meses que duró el Paro Nacional, se registraron agresiones, detenciones y destrucción de material de 300 comunicadores, principalmente de medios alternativos.

La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), de Colombia, denunció que los periodistas fueron víctimas de agresiones durante los dos meses de intensas protestas sociales en  el país –mayo y junio–, de las cuales se han podido documentar unas 260 hasta el momento. Se estima que, tres de cada cinco agresores, pertenecían a la fuerza pública. Su intervención, al margen de como debería ser una intervención legal, la amparaban en presuntos aspectos de “seguridad”.

Los lugares donde se presentaron los principales puntos de resistencia de la protesta, como Bogotá (73), Valle del Cauca (45), Antioquia (36) y Cauca (18), se convirtieron, también, en escenario de mordaza a derecho constitucional a informar y ser informados.

El 1 de julio, el senador Iván Cepeda Castro, trinó en su cuenta de Twitter: “Miembros de la Fuerza Pública son responsables de 3.455 agresiones a manifestantes en Colombia. Al menos 44 de los asesinatos sucedieron a manos de los uniformados. Conozcan aquí otras cifras reveladas por Temblores ONG e Indepaz.” Entre los afectados, se encontraban comunicadores populares.

La Voz de América (VOA) visibilizó, en el mes de julio, este delicado asunto al señalar que “Seis periodistas son agredidos cada día en Colombia en el marco de las protestas”. Las agresiones a los medios alternativos se convirtieron en parte del escenario cotidiano en un país en el que, los tres o cuatro medios que monopolizan la información, vendían al mundo entero la imagen de un país sitiado por las movilizaciones, pero desconocían la realidad interna: el estallido fue la consecuencia apenas natural, de la inconformidad acumulada por espacio de muchos años; de ahí que las expresiones de protesta fueran superiores a las del histórico Paro del 14 y 15 de septiembre de 1977.

Las intervenciones del Esmad fueron de una brutalidad sorprendente.
Las intervenciones del Esmad fueron de una brutalidad sorprendente.

PÉRDIDA DE CREDIBILIDAD DE LOS MEDIOS TRADICIONALES

A fuerza de repetir lo mismo, los medios tradicionales en Colombia (radio, prensa y televisión), buscaban promover una realidad distinta a la que se vio en las calles. Bajo la batuta de Iván Duque Márquez, quien pasará a la historia como un presidente que empaño la democracia para imponer una dictadura, se asumió la táctica de la ilusión de la verdad, como se le conoce en psicología.

No es otra cosa que la estrategia nazi de propaganda, atribuida a Joseph Goebbels, y que gira alrededor de la premisa: “Repite una mentira con suficiente frecuencia, y se convierte en verdad“.

Pese a ello, a su empeño las veinticuatro horas del día, infinidad de colombianos optaron por los medios alternativos, los mismos que por meses y años pasaron desapercibidos en ciudades y municipios.

Me refiero a los blogs, redes sociales, emisoras comunitarias e, incluso, espacios donde habitualmente se escribían grafitis. Durante el Paro Nacional y, frente a la censura mediática, se convirtieron en instrumentos para socializar información. No obstante, en algunos casos como las transmisiones en vivo, a través de Redes Sociales, se evidenciaron “bloqueos de señal” muy cerca donde los uniformados de la policía arremetían con la los jóvenes de la “primera línea” y diferentes expresiones populares. ¿Quién lo haría? Todos saben la respuesta y no viene al caso, porque es un hecho que los colombianos repudiaron.

PERIODISTAS AMENAZADOS DURANTE EL PARO

Varios comunicadores populares del país, fueron amenazados y, otros, agredidos brutalmente, al tiempo que destruían sus cámaras y grabadoras. Un caso relevante, el de José Alberto Tejada, del canal 2 de televisión en Cali, en el mes de junio. Denunció amenazas, ya que transmitía en directo las protestas.

Periodista José Alberto Tejada, amenazado durante el Paro Nacional

En uno de sus en vivo, el comunicador denunció que un uniformado le dijo: “Está bueno como para pegarle un tiro”.  Los hostigamientos contra él y su equipo, prosiguieron.

En Medellín un periodista del Portal de noticias LaDirekta, fue duramente agredido. Sus equipos fueron destruidos. Los hechos ocurrieron en el sector de Moravia el 28 de julio del 2021.

PRESENTE Y FUTURO DE LOS MEDIOS ALTERNATIVOS

La realización del Paro Nacional evidenció que los medios alternativos son, hoy por hoy, la única vía para estar informados, al margen de los datos amañados que suministran radio, prensa y televisión, adeptos al sistema.

Es evidente, además, que han surgido nuevos vehículos de información, y la idea es que sigan emergiendo. Nada mejor para que la realidad no quede encriptada, a conveniencia del gobierno de Duque. Sin embargo, el quid del asunto radica en las garantías que requieren los periodistas para informar libremente.

En ese orden de ideas, es claro que se requiere una intervención de organismos de prensa internacionales que ayuden a garantizar el respeto del gobierno nacional al derecho constitucional de informar y ser informados… Si es que nos dejan vivir… 


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El SUGOV llegó a su aniversario número once. Una fecha especial que coincidió con la movilización social en el país. Ocasión para reafirmar nuestro compromiso con la lucha obrera.

Por Fernando Alexis Jiménez | Dirigente sogoviano

Los once años del SUGOV tuvieron una singular coincidencia: la movilización gigantesca de los trabajadores que inició en la sede del SENA, en Salomia, y concluyó frente a las instalaciones de la Regional del Trabajo, en la avenida de Las Américas.

La Alcaldía de Cali, como siempre, con sus pronunciamientos ramplones y destemplados, dijo que sólo participaron 800 representantes de la clase obrera.

El desplazamiento estuvo enmarcado en la cultura ciudadana, en la tolerancia y el respeto. No hubo bloqueos, tuvimos una marcha que llegó casi a 900 personas diciendo lo que les disgustaba. No hubo necesidad de utilizar la Fuerza Público, no hubo ningún evento que lamentar“, aseguró Carlos Soler, secretario de Seguridad de Cali. Por supuesto, su perspectiva es la de milico en retiro, a quien toda expresión de protesta social, le produce urticaria.

En Puerto Resistencia se realizó otra concentración. Como siempre, en esa zona del oriente caleño, con amplia participación ciudadana.

Miembros del ejecutivo de la CUT Valle

 

UN ESTADO DE ALERTA PROVOCADOR

La administración del Alcalde, Jorge Iván Ospina, realizó el martes 19 de octubre, un Consejo de Seguridad, en el cual y tal como lo registra la seudo-revista Semana (porque hay quienes opinan que es un pasquín uribista), se declaró en “alerta por lo que pudiera ocurrir”.

Compañeros Álvaro Ruíz Erazo y Yecid González, participando en la movilización del 20 de octubre

De acuerdo con su pronunciamiento, estarían alerta para proteger las estaciones y los buses del MIO, con lo cual, confirma la posición que lo ha caracterizado, de satanizar la protesta social. Pero se quedó viendo un chispero, porque todo transcurrió en el marco de la normalidad, sin que esa normalidad, por supuesto, deje de evidenciar la inconformidad del pueblo con Duque y su dictadura.

En consonancia con sus temores, militarizó la ciudad. Fueron 1600 agentes de policía y 320 del ejército. Temía un nuevo alzamiento. ¡Lo que hay que ver y oír, definitivamente!

EL ESMAD ACANTONADO EN LA GOBERNACIÓN DEL VALLE

Pero la gobernadora, Clara Luz Roldán González, no se le quedó atrás. Acantonó el Esmad en el Palacio de San Francisco, como ha sido su costumbre. ¿Por las protestas? No, claro que no. Trajo a los alegres muchachos del escuadrón móvil anti disturbios, porque el Sindicato Unitario de la Gobernación del Valle—SUGOV—celebraba sus once años, un aniversario que no íbamos a pasar de agache.

No sabemos qué pensaba la funcionaria. Y lo que hicimos así de subversivo o clandestino, fue presentar el grupo musical Viento y Madera (que interpretó canciones sociales) para recibir a los compañeros empleados y contratistas, y entregarles a todos un detalle. Fueron más de mil ejemplares de bolígrafos de lujo, estampados con el logo del SUGOV. Es nuestra forma de compartir con todos, sin odiosas distinciones, la alegría de cumplir once años al frente del cañón, en defensa de la clase trabajadora.

Fue una jornada maravillosa. Emocionante, si queremos ser más específicos. Recibimos muchas voces de aliento. La solidaridad flotaba en el ambiente. “Ustedes han luchado por todos nosotros, le han puesto el pecho a la brisa. Gracias, compañeros”. Fue una expresión recurrente que escuchamos en todos.

Tras entregarles un detalle del SUGOV, les reafirmamos a los agentes del Esmad: “Aunque tengan uniforme, ustedes son parte de nuestro pueblo.” También por ellos luchamos, porque son pueblo precarizado.

HASTA LOS COMPAÑEROS DEL ESMAD RECIBIERON SU DETALLE

Es cierto, sabemos que el Esmad reparte garrote con generosidad en la protesta social. Pero más allá de su uniforme de robocop, que resulta intimidante, para nosotros, son clase trabajadora. De hecho, funcionarios explotados a quienes, desde un escritorio, los altos oficiales les dan la orden de arremeter contra su propio pueblo, el mismo pueblo al que ellos pertenecen.

A ellos les dimos su detalle sugoviano. Lo guardaron furtivamente. “Lo vamos a usar, téngalo por seguro”, nos decían.

Incluso, se tomaron una foto con algunos de los dirigentes del SUGOV. Una foto para la historia que reafirma nuestro convencimiento de que ellos, desde nuestra perspectiva, son pueblo precarizado, hombres y mujeres que, al término de su jornada, regresan a casa y, al día siguiente, hacen fila en un supermercado, pagando altos costos por los alimentos. Al fin y al cabo, también golpeados por la dictadura de Duque.

En el marco de los 11 años del SUGOV, rendimos homenaje al compañero Álvaro Ruíz, uno de los fundadores de nuestra organización.

HOMENAJE AL COMPAÑERO ÁLVARO RUÍZ ERAZO

El 20 de octubre fue memorable. Celebramos once años de lucha ininterrumpida y comprometida con la clase trabajadora, pero, también, de aporte a la generación de conciencia alrededor de lo que somos: un pueblo explotado que debe despertar del marasmo y levantar su puño en alto para decir: “Basta ya de sometimiento”.

En el marco de este aniversario, se hizo un reconocimiento especial al dirigente y fundador sugoviano, Álvaro Ruíz Erazo. Un batallador de la clase obrera. Se formó inicialmente como economista en Colombia e hizo su especialización, por espacio de ocho años, en Cuba.

Y aunque le fue doloroso irse de La Habana, de las tardes de brisa junto al malecón de ocho kilómetros que bordea la ciudad y recibe como un abrazo gigantesco las olas del mar y el rumor de aguas embravecidas que traen desde tierras lejanas las voces de admiración por la lucha que han librado, Álvaro decidió regresar a su patria, a combatir ideológicamente desde otra trinchera: el sindicalismo clasista.

Álvaro Ruíz, primero en la margen derecha y enarbolando su brazo empuñado, ha sido un líder comprometido con la defensa de la causa obrera.

Desde su vinculación como profesional en la Gobernación del Valle del Cauca, Álvaro ha sido un defensor de la causa del pueblo, de los marginados, de los sin-techo, de los desempleados. Y fue, a la sazón, uno de los gestores del SUGOV porque no compartió—junto con quienes le acompañaron en esa gesta—la actitud sumisa del sindicato de siempre, el de marras, en el que su presidente siente orgullo de posar con el gobernante de turno, mientras que a los afiliados les habla con un discurso acomodado.

Álvaro Ruiz Erazo está en la antesala de su retiro tras entregar gran parte de su vida a la función pública. Pero ninguno de nosotros quiere que pase desapercibido su aporte al sindicalismo, porque como diría el coplero de los llanos venezolanos, Rafael Martínez, Álvaro es un “amigo sin condición, con trago y fuera de tragos”. Es decir, alguien en quien se puede confiar siempre.

Lo ocurrido el 20 de octubre lo llevaremos siempre en el corazón, porque once años de lucha, no se cumplen todos los días…


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Organizaciones sindicales del Valle del Cauca, atendiendo convocatoria de la CUT, reafirmaron respaldo y compromiso con la jornada de movilización del próximo 28 de septiembre. El Paro Nacional sigue vivo, aseguraron dirigentes obreros.

Por Fernando Alexis Jiménez | Dirigente del SUGOV

La protesta sigue. No ha menguado. Ahora más beligerante que nunca. ¿La razón? Duque no baja la guardia y, en escenarios como la ONU, sigue vendiendo la imagen de una Colombia paradisíaca, desconociendo la realidad social cada vez más crítica, con un desempleo que cabalga por las nubes, una inflación sin precedentes y la máquina de la muerte bien aceitada para acabar con líderes sindicales y populares.

El panorama fue analizado en la convocatoria de la Central Unitaria de Trabajadores—CUT, subdirectiva Valle—y los dirigentes de los sindicatos coincidieron que el 28 de septiembre es necesario  salir a las calles, de un lado para respaldar los diez proyectos de ley que hacen tránsito en el Congreso, y de otro, reclamar que cese la voraz andanada de los grupos económicos del país por privatizar la salud, ahogando a su paso, las finanzas y futuro de los hospitales estatales.

EL PARO NO SE HA ACABADO

Contrario a lo que piensan muchos, aquellos que se rinden fácilmente, el Paro Nacional no se ha acabado. En esa dirección, el presidente de la CUT en el Valle del Cauca, Wilson Sáenz Manchola dijo que: “Este período que muchos equivocadamente consideran es un receso, no ha servido más que para estrechar los lazos con diferentes expresiones ciudadanas, que ahora quieren sumarse a la protesta ante la contundencia de un país en crisis. Hay que retomar la movilización comprometida. Debemos seguir firmes y más cuando los vientos electoreros amenazan con profundizar la crisis laboral con reformas que golpearán a los trabajadores. Esta es la hora de movilizarnos”.

El dirigente expresó su preocupación por la situación de la salud, lo que explica que la movilización del 28 de septiembre próximo inicie en la Plazoleta de San Francisco y concluya frente a las instalaciones del Hospital Universitario del Valle—HUV–. “La movilización popular es la que ha traído cambios en el país y, ahora, seguimos adelante, con un ingrediente particular: la defensa del derecho a la salud, que debe seguir siendo pública y no quedar en manos del sector privado”, precisó.

Informó que la agenda de protesta social incluye, también, fechas como el 20 de octubre, el 25 de noviembre y el 10 de diciembre.

Hay un claro compromiso de la CUT y de los sindicatos, de jalonar la movilización del 28 de septiembre, En la gráfica, de izquierda a derecha, Francisco Maltés Tello (presidente Nacional de la CUT y Wilson Sáenz Manchola, presidente regional de la central, entre otros. Foto Fernando Alexis Jiménez – Archivo.

COLOMBIA, UN PAÍS SE POBRES

Durante su intervención en modalidad virtual, el presidente de la CUT y vocero del Comité Nacional de Paro, Francisco Maltés Tello, resaltó con viva inquietud que Colombia se convirtió en un país de pobres, ante la indiferencia cómplice de la clase política tradicional, y la mirada inmisericordia de un gobierno como el que preside Iván Duque Márquez.

En nuestro país hay 21 millones de personas sumidas en la pobreza, es decir, el 40% de nuestros connacionales.  El DANE maquilla la realidad. Pero lo que no han podido ocultar es el estallido social por cuenta de la desigualdad. Por el contrario, ese estallido sacó a flote lo que está ocurriendo. Desde el Comité de Paro reivindicamos la movilización, que ya forma parte de la agenda pública. Nos corresponde a todos, presionar a los congresistas para que ayuden a jalonar los diez proyectos de Ley”, enfatizó.

Informó que, con los jóvenes, denominados durante el paro como primera línea, se han realizado nuevos acercamientos. Específicamente con quienes están organizados. Recordó que jamás se les han cerrado las puertas, aun cuando algunos sectores, en algún momento dijeron que no querían que intervinieran las organizaciones obreras. “Tenemos que avanzar con pasos de unidad, pero bien organizados”, explicó.

DURA RADIOGRAFÍA SOCIAL DEL VALLE DEL CAUCA

Durante la reunión de las organizaciones sindicales a instancias de la CUT, subdirectiva Valle del Cauca, se presentó una dura radiografía social del Departamento, que pone en evidencia el recrudecimiento de tres fenómenos que toman fuerza: el desempleo, la pobreza absoluta y la violencia contra los líderes.

Como consecuencia del actual modelo económico y político que favorece los intereses del capital extranjero y alimenta el afán de enriquecimiento de quienes detentan el poder, se estima que una de cada diez personas en edad productiva, se encuentran sin trabajo.

En Cali, 560 mil personas, viven del rebusque y más de 300 mil familias, enfrentan la pobreza extrema, la que se refleja—en términos prácticos—en el hecho de que solo consumen dos raciones de alimento al día.

Con la complicidad de la clase politiquera, los hospitales se encuentran al borde del colapso, al tiempo que las EPS –que pertenecen al sector privado—enriquecen sus arcas. En esa dirección, el temor es que la salud, que es un derecho inalienable, termine privatizada.

En general, se aprecia como el 86% del empleo formal ha desaparecido con el pretexto esgrimido por los empresarios, de que fue consecuencia del Paro Nacional. De la mano con su argumento manido, ofrecen colocación por debajo del mínimo y sin garantías de ninguna clase.

COLOMBIA NO PUEDE OLVIDAR SU HISTORIA

La reunión de las organizaciones sindicales del Valle del Cauca estuvo fortalecida con la intervención del analista económico e internacional y escritor, Aurelio Suárez Montoya. Su planteamiento fue contundente: Colombia no puede olvidar su historia y, menos, a quienes la han llevado a arrastrar una pesada carga de miseria, en la que –antes que repuntar—su economía va en picada y cada día se depende más de las importaciones. Esto, como lo explicó el catedrático, es muy grave porque desestimula la producción nacional y alimenta el desempleo.

Economista y escritor, Aurelio Suárez Montoya

Para cumplir compromisos, el país debió promover reformas y las exigencias del Consenso de Washington, más peligroso, viral y dañino, que las diez plagas de Egipto juntas.

El Banco de la República, fiel a los postulados trazados por el imperialismo económico de los norteamericanos, sometió la política de divisas y la cambiaria, en detrimento del poder adquisitivo de los colombianos. Esto abonó el terreno para la famosa apertura económica, en la que se desequilibra la balanza: se privilegia el que compremos lo que nos venden en dólares, mientras que nuestros productos los rechazan o quieren pagar a precio de huevo. En términos parroquiales, siempre llevamos las de perder.

Así las cosas, tomando como línea de tiempo el 2000, se quintuplicaron las importaciones del renglón agropecuario y se duplicaron las de producción industrial. ¿Resultado? Más desempleo. En otros términos, importamos mucho más de lo que exportamos. Y los capitales extranjeros, que gozan de todos los privilegios, avanzaron en un nuevo zarpazo: se apoderaron de lo que otrora era la banca estatal. Al fin y al cabo, entre sus prebendas, está el que tienen exenciones y rebajas en la tributación.

En su disertación, el profesor Aurelio Suárez Montoya, puso de relieve que han sido los inversionistas extranjeros los más beneficiados con la bonanza minero-energética que vivió Colombia. “Ni siquiera Pinochet, con todo y lo perverso, vendió los recursos de Chile. En Colombia si lo hicieron”, enfatizó.

Para sobrevivir, los gobiernos de turno se han endeudado. El economista precisó que, como consecuencia, cada colombiano le debería al capital extranjero alrededor de doce millones de pesos, si se pretendiera pagar la deuda externa.

El panorama no luce alentador, a menos que el pueblo colombiano le salga al paso”, advirtió, al tiempo que recordó, el mal manejo de la política fiscal del país, ha llevado a que en los últimos 20 años se hayan realizado 19 reformas tributarias que trasladaron casi el 60% de los tributos al pueblo. “Es una carga muy pesad que no puede soportar”, dijo.

La reunión del sindicalismo, concentrado en el Valle del Cauca, concluyó con el compromiso ineludible de sacar adelante la movilización del 28 de septiembre y las otras movilizaciones contempladas en la agenda hasta el mes de diciembre próximo.

 


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El sindicalismo colombiano debe someterse a un cuidadoso auto análisis para aplicar correctivos. Se han cometido errores. No podemos ocultarlo. Un análisis de la situación actual.

Por Fernando Alexis Jiménez

El más reciente Paro Nacional en Colombia que marcó un hito en la historia, dejó clara una realidad: Los sindicalistas ya no somos los “chachos de la película”. En pocas palabras, progresivamente hemos ido perdiendo el protagonismo.

Soy consciente de que mi planteamiento desatará una tormenta sin precedentes, y no faltará quien se rasgue las vestiduras. Sin embargo, antes que contemplar la posibilidad de considerarme hereje y que se proponga mi lapidación, pido me concedan unas pocas palabras con las que sintetizo mi argumento:

1.- La corrupción y la politiquería han infiltrado el sindicalismo. Para nadie es desconocido que algunos de quienes se denominan dirigentes, establecen nexos con los patrones, lo que por supuesto, va en detrimento de los trabajadores. De la mano con esta realidad, otra igualmente desalentadora: hay quienes comprometen su labor con los partidos tradicionales, los mismos que legislan para golpear a quienes deberían defender: los obreros.

2.- Se ha ido desdibujando la beligerancia. Las batallas que se libran con el sindicalismo, no son las de otras épocas, ni las que marcaron un distintivo como la huelga de las bananeras o el accionar de Jorge Ignacio Torres o María de los Ángeles Cano Márquez (María Cano), la primera mujer que lideró la organización de los trabajadores en diferentes regiones del país.

3.- Las acciones de carácter político-sindical están perdiendo fuerza. El ejercicio del sindicalismo tiene una incidencia política no partidista, que, a la fecha, o bien perdió su norte o no tiene la fuerza de antes. Pese a ello, en muchos escenarios queda en evidencia que incurren en la improvisación, el inmediatismo y se dejan de lado las actividades con incidencia en la búsqueda de reivindicaciones para la clase obrera.

4.- Falta de capacitación y formación de cuadros sindicales. La generación sindical que nos tocó, la que llamamos de vanguardia, demanda la formación política y de liderazgo antes de ocupar un cargo. Eso significaría que el dirigente se desenvuelva a conciencia, con un solo norte: la defensa de la clase trabajadora. A esto se debe sumar que no se están preparando cuadros que puedan contribuir, en el corto plazo, a la renovación generacional en las organizaciones sindicales.

5.- Toma fuerza la división del sindicalismo. Antes que propiciar un fortalecimiento de los sindicatos, como un bloque monolítico, salta a la vista que hay fuertes huracanes de divisionismo. Esta tormenta alimenta el surgimiento de nuevas organizaciones débiles que favorecen los intereses de los patrones. Hay tantos sindicatos como religiones en el mundo.

Es cierto que los pretendidos dirigentes quedan amparados por el fuero sindical, pero el creciente fraccionamiento no ha hecho otra cosa que debilitar el movimiento obrero.

6.- Paulatinamente se va perdiendo la capacidad de convocatoria. Retomo el tema del Paro Nacional. Mientras que en las calles brillaron por su ausencia muchos sindicatos—representados en sus lideres y afiliados–, se hizo evidente que sí salieron a manifestarse otras expresiones populares: indígenas, campesinos, comunales, estudiantes y quienes jamás habían marchado y que integraron la llamada primera línea.

7.- Seguimos usando el lenguaje de hace veinte años. Que no queremos a los yanquis, que las políticas neoliberales nos están hundiendo y que las trasnacionales acaban con toda garantía laboral, son entre otros, hechos que conocemos a ciencia cierta. Sin embargo, seguimos utilizando el mismo lenguaje de otras épocas y no estamos llegando de manera clara a las nuevas generaciones y al ciudadano del común.

ES HORA DE HACER UN ALTO EN EL CAMINO

Desconozco cómo quiera usted rotular la situación actual del sindicalismo colombiano. Desde mi perspectiva, que no refleja una verdad revelada—por supuesto–, estamos experimentando una crisis sin precedentes y, además, profunda.

Dadas las actuales circunstancias es tanto como encontrarnos en medio de un puente. No podemos llegar a la frontera sin retorno, porque será la clase trabajadora la que lleve la peor parte.

En ese orden de ideas, además de hacer un alto en el camino, urge reorientar el movimiento sindical para que responda a las expectativas de la actual situación y de las futuras, porque es evidente que los politiqueros querrán seguir atornillados en el poder atropellando a la clase trabajadora.  

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Duque es ilógico en sus decisiones. Para él, lo que hizo la turista europea, es intromisión en asuntos internos, pero no lo es el que una veintena de ex militares de Colombia participaran en el frustrado golpe de Estado y asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moise. De hecho, envió una delegación diplomática para que brinde asistencia jurídica y humanitaria a estos mercenarios, o en términos más parroquiales, paramilitares o paracos.

Por Fernando Alexis Jiménez – Dirigente sugoviano

La doble moral del presidente Iván Duque cuestionando los gobiernos de izquierda, a los que acusa de dictaduras, quedó evidenciada al ordenar la expulsión de la alemana, Rebecca Linda Marlene Sprößer, como retaliación al apoyo que brindó la joven a las protestas del Paro Nacional.

Desde la perspectiva del mandatario colombiano, ese es el ejercicio de la soberanía nacional. Para observadores del país y del extranjero, es una clara evidencia del estado dictatorial que enfrentan los colombianos y que fue puesto de manifiesto tras las recomendaciones que hizo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

La europea fue aforada en un vuelo que cubría la ruta Cali-Bogotá y Bogotá- Alemania y, como castigo, no podrá entrar a Colombia durante los próximos 10 años.

Si esa no es una decisión dictatorial, ¿qué si lo es? Duque es ilógico en sus decisiones. Para él, lo que hizo la turista europea, es intromisión en asuntos internos, pero no lo es el que una veintena de ex militares de Colombia participaran en el frustrado golpe de Estado y asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moise. De hecho, envió una delegación diplomática para que brinde asistencia jurídica y humanitaria a estos mercenarios, o en términos más parroquiales, paramilitares o paracos.

La joven alemana, Rebecca Linda Marlene Sprößer, apoyó la protesta social en Cali.

LA HISTORIA DE LA ALEMANA EN COLOMBIA

Rebecca Linda Marlene Sprößer se sintió atraída por Colombia, el país del realismo mágico que inmortalizó en sus creaciones literarias, el Premio Nobel, Gabriel García Márquez. Lo que jamás imaginó es que le tocaría vivir en carne propia esa inverosimilidad de los hechos que solo ocurren en un país como este, en pleno ombligo geográfico de América.

Desde el 15 de marzo pasado, cuando llego, recorrió lugares atractivos que subió a redes sociales. Comentó que se trataba de parajes paradisíacos, porque su propósito inicial no era otro que el de hacer turismo. Pero inmersa en esos recorridos, le tocó vivir el Paro Nacional que, particularmente en Cali, se vivió con mayor intensidad.

Fue allí cuando tuvo estrecho contacto con los jóvenes de primera línea. Los apoyó. Se tomó fotos con ellos. Se puso casco, careta antigases y hasta cubrió su cuerpo con la bandera de los colombianos, ¿Delito? No. No estaba propiciando un golpe de Estado como los connacionales en Haití. Simplemente, apoyó las manifestaciones.

Pero, como en Colombia protestar es un delito por cuenta de la mentalidad guerrerista del presidente Duque, la sacaron a sombrerazos, como si se tratara de la peor delincuente. Desde la apreciación del gobierno nacional, Pablo Escobar y quienes integraron los carteles del narcotráfico, son niños de kindergarden.  

La protesta social es constitucional, pero en Colombia la han querido satanizar

LA DETUVIERON POR DENUNCIAR

La detención de Rebecca Linda Marlene Spröße se produjo en unas circunstancias insólitas, propias de una telenovela en la que los buenos resultan ser los malos y viceversa. Para ser más específicos, una narrativa con matices Kafkianos.

Linda, como ella misma abrevia su nombre, fue víctima de un atentado sicarial el pasado 22 de julio. Y, como es apenas natural, fue a denunciar el hecho ante el CTI de la Fiscalía. La declaración la rindió en la sede del Comité de Presos Políticos en Cali y a una cuadra de allí, cuando terminó ese procedimiento, fue detenida por agentes de Policía y de Migración Colombia y dirigida, inmediatamente, al aeropuerto Internacional Alfonso Bonilla Aragón.

Cuando llegué a Cali me enamoré totalmente de la gente, de la forma de vivir y decidí que quería vivir un tiempo más acá. Empecé a trabajar como voluntaria en una escuela muy reconocida de baile que se llamaba Arrebato Caleño, pero se intensificaron los toques de queda y ya no pudieron dar las clases que se hacían en la noche y quebraron después de resistir lo que más pudieron durante la pandemia. Esa fue una fuerte motivación para unirme a la gente que empezó a protestar. Después pensé que como en México había trabajado en periodismo, aquí también podría documentar con mi mirada lo que estaba sucediendo. Entonces empecé a grabar testimonios y abusos de la Policía y a mandarles eso a mis contactos que tenía de prensa”, dijo la joven alemana.

En tanto se sataniza la protesta social en Colombia, el presidente Duque envió una delegación diplomática a auxiliar a paramilitares que pretendían un fallido golpe de Estado en Haití.

Su existencia comenzó a correr peligro desde que se solidarizó con las marchas y decidió hacer presencia en los diferentes puntos de resistencia de Cali. Por ese motivo, el Comité de Solidaridad de Presos Políticos ha cuestionado la expulsión de Rebecca Marlene Sproesser, como un procedimiento administrativo arbitrario del que tomó parte Migración Colombia, sin dar margen a ninguna reclamación.

No podría concluir sin enfatizar que, para quienes dudan que el presidente Duque es un dictador, sus acciones cada día tornan fehaciente la condición en que se encuentra Colombia, y anotar, por último, que el temor que nos asiste a quienes escribimos, es que nos terminen amenazando las fuerzas oscuras que siembran el terror y la muerte.

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NOTA IMPORTANTE: El autor del presente artículos se hace responsable por su contenido ya que, si bien forma parte de la dirigencia sugoviana, sus planteamientos no necesariamente están en consonancia con el pensamiento político-sindical de la organización sindical.


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Como habían advertido con anticipación las organizaciones sociales, la protesta de este 20 de julio, iba a ser infiltrada por las fuerzas oscuras para deslegitimar informe del CIDH que se refirió a desmanes de la fuerza pública y que recomendó correctivos inmediatos.

Por Fernando Alexis Jiménez – Dirigente Sugoviano

Fotografías: Oliverio Montealegre Tierradentro – Yesid González Sabi

Nuevamente Cali se convirtió este 20 de julio en un campo de batalla por cuenta de los actos de provocación de la fuerza pública a los manifestantes en la concentración de la Loma de Cruz, confrontaciones que se replicaron en los sectores de Sameco, Puente del Comercio, Meléndez y Calipso. De acuerdo con las autoridades, siete agentes de antidisturbios resultaron heridos, pero no mencionaron que más de veinte manifestantes resultaron seriamente afectados en su integridad. Ironías del país del “realismo mágico” donde solo cuentan unos, y las clases populares resultan invisibilizadas.

Las marchas de las horas de la mañana transcurrieron en paz. Sin embargo, frente a la actitud intimidatoria del Escuadrón Anti Disturbios—Esmad–, se generaron las condiciones para los enfrentamientos que buscan sustentar los vaticinios aterrorizadores que promovió el presidente Iván Duque, para deslegitimar y satanizar la protesta social.

Para generar temor en la ciudadanía y evitar que liberaran su inconformidad saliendo a las calles, el mandatario anticipó que se fraguaban planes terroristas, con apoyo de la insurgencia y el narcotráfico, para desestabilizar la institucionalidad. Pero de la mano con estos pronunciamientos, enarbolaba la tesis de que todo estaba bajo control gracias a los operativos de seguridad en toda la geografía nacional.

El común denominador de las marchas: transcurrieron en paz, pese a las provocaciones de las fuerzas estatales.

GOBIERNO NACIONAL PREPARÓ ESCENARIO PARA LOS COMBATES

Para nadie es desconocido que esta andanada gubernamental de desinformación, es una cortina de humo que busca echar por tierra el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre los abusos de la fuerza pública y las recomendaciones para que se apliquen correctivos urgentes.

Quedó claro que se trató de dos cosas claras: una estrategia concebida para esconder la corrupción que rodea la vacunación contra el covid-19, y generar una sensación de “seguridad”, que su propio gobierno ha roto con los asesinatos aleves de manifestantes, y las desapariciones de líderes sociales.

La arrogancia del gobierno nacional levanta barreras al diálogo y el Comité Nacional de Paro ha visto renacer, con mayor fuerza, la llama de la inconformidad que asiste a millares de personas por la arbitrariedad del presidente Iván Duque.

El Sindicato Unitario de la Gobernación del Valle–SUGOV– a través de su dirigencia, hizo presencia en las marchas. Si dejar de lado su filosofía de beligerancia en defensa de los derechos de la clase trabajadora, reafirmó su compromiso con la pacificidad en las movilizaciones. 

 

NOTA IMPORTANTE: El autor del texto es responsable por sus opiniones. Aun cuando pertenece a la dirigencia sugoviana, no necesariamente expresa todo el pensamiento político-sindical de nuestra organización. No obstante, fieles al criterio de ser diversos, pero unitarios, publicamos este contenido escrito.


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Muchachos, nadie los ha olvidado. Viven en la memoria de todos. En adelante, cada vez que pasen por Puerto Resistencia, recordarán el tiempo en que todo un país soñó con una realidad distinta, de igualdad y justicia para todos.

Por Fernando Alexis Jiménez – Dirigente sugoviano

La escena es única en toda la historia de la humanidad. Todos están atentos. Sin quitar los ojos del picadito de fútbol en el cielo. Ese cielo del Dios justo en el que creo. Ese Dios que no rechaza a los que piensan diferente y que jamás le cerraría las puertas a quienes murieron convencidos de su lucha por un mejor país, con igualdad de oportunidades para todos, en el que se acaban las fronteras y las odiosas distinciones entre pobres y la “gente de bien”.

–¿Qué es esa bullaranga? –, pregunta Pedro de camino hacia la enorme ventana. Luego, sonriendo, comienza a llamarlos a gritos:

–Muchachos vengan, rápido. Vengan.

–¿Y el partidito de fútbol?

–Tranquilos, tienen toda una eternidad para retomarlo. Vengan, no se pueden perder esto…

Y en cuestión de segundos, todos arremolinados. Hay jóvenes de Cali y del resto de Colombia. Murieron acribillados cuando ejercían su derecho a la protesta social. Los asesinaron con balas oficiales. Dieron su vida por el Paro Nacional.

–Bacanísimo ese monumento de Puerto Resistencia–, comenta uno, con los ojos brillando de emoción.

–Parcero, mirá a Luis Enrique, a Carlos, a Julio y a Sandrita…

–Pillate, mis cuchos están allí entre la multitud…

–Hasta la vecina, la que nos cuestionaba tanto, está entre la gente…

La sonrisa amplia alumbra el rostro de Pedro. Comparte el gozo de los muchachos. “¿De primera línea, dizque les decían?”, murmura antes de decir, con voz emocionada:

–Muchachos, nadie los ha olvidado. Viven en la memoria de todos. En adelante, cada vez que pasen por Puerto Resistencia, recordarán el tiempo en que todo un país soñó con una realidad distinta, de igualdad y justicia para los marginados. Y los padres les dirán a sus hijos que ese monumento se construyó para no olvidar a los que regaron con su sangre, las semillas de esperanza que jamás morirán, porque están sembradas en la historia de un país que está despertando del letargo de muchos años.

Y las risas de todos celebran ese momento único e irrepetible porque saben que Colombia se puso de pie para aplaudir con gratitud, su actitud valerosa y que ese rumor de los aplausos no se terminará jamás porque viven en los corazones de quienes creemos en un cambio con justicia social.

MONUMENTO A LA RESISTENCIA

Hace mucho tiempo no se erigía un símbolo gigantesco—algo más de doce metros—que recogiera la esperanza de todo un pueblo. El “Monumento a la Resistencia” fue construido en tiempo récord, desde mediados de mayo pasado.

“Es la representación de un puño que sostiene la palabra ‘resiste’ con los colores de nuestra bandera de Colombia como mensaje de unidad de que esto no sólo lo hizo nuestro pueblo caleño sino el colombiano. Estamos haciendo un sentido homenaje a las víctimas del paro”, indicó Juan, vocero de los manifestantes de esa zona.

En su diseño y armazón se invirtieron muchas horas, algunas de ellas bajo el sol incandescente de una ciudad como la Sultana del Valle, que arde desde que amanece hasta que cae la noche. Nada los detuvo, hasta que dieron por concluida la tarea, hoy visible varios kilómetros a la distancia.

AUTORIZACIÓN OFICIAL

Aunque al alcalde, Jorge Iván Ospina, no lo quieren ver ni en pintura por considerarlo un traidor de las clases populares, no tuvo más remedio que aprobar la construcción.

Una comisión del Departamento Administrativo de Planeación de la Alcaldía realizó una inspección al monumento para que fuera seguro para quienes estuvieran en la zona.

Hay que reconocer ese monumento como una expresión cultural del momento histórico que estamos viviendo como ciudad y eso no necesariamente está mal”, afirmó el director, Roy Alejandro Barreras.

De haber dependido plenamente de una firma del pretendido mandatario local o de la gobernadora, Clara Luz Roldán, hubieran negado la autorización. Comprensible. Hiere su sensibilidad. Desde su perspectiva militarista, el momento puede parecerles una expresión de extrema izquierda o la reivindicación del terrorismo.

UNA INAUGURACIÓN SINGULAR

La celebración del acto inaugural rompió los esquemas. Hubo música, alegría desbordante en los rostros, lágrimas entre quienes han perdido sus familiares a manos de las fuerzan del establecimiento y algo fuera de serie: un cacerolazo con acordes de sinfonía.

¿Cuántos estuvieron? Miles. Y cuando decimos miles, son miles. Por supuesto, los que dejaron de asistir, fueron los pocos privilegiados que se sienten –equivocadamente, por cierto—con la capacidad de definir qué está bien y qué está mal.  Se quedaron en casa mordiéndose el codo, porque esa gigantesca mano empuñada, les recuerda una y otra vez, que sus esfuerzos de acallar la protesta social, han sido vanos y con el tiempo, perderán toda su fuerza.

El monumento luce mejor y debe convertirse en un referente de Cali, antes que el Sebastiano de Belalcázar, que recordaba el genocidio del pueblo indígena americano…

NOTA IMPORTANTE: Los planteamientos expresados en este artículo comprometen a su autor, quien se hace responsable, y no necesariamente reflejan el pensamiento político-sindical del movimiento sugoviano.

Blog del autor: https://cronicasparalapaz.wordpress.com/


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Dedicado a Marcelo Agredo, Cristian Delgadillo Sánchez, Segundo Jaime Rosas, Nicolás Guerrero y  Elkin Andrés Fernández, algunos de los jóvenes asesinados en Cali y en Colombia por la fuerza pública.

Por Fernando Alexis Jiménez – Dirigente sindical

En el fondo suena atronador “Amor encapuchado”, de Anarkía Tropical. Las notas multicolores emergen estridentes desde una cabina de sonido junto a una trinchera popular, en una de las muchas ciudades de Colombia, aún en resistencia. Un tema pegajoso que habla de barricadas. “Un cuerpo de silueta hermosa y tras la capucha, unos ojos me miraban”, dice la letra. Es una escena fugaz de cómo surgen las chispas del gusto y del amor entre dos jóvenes de los tantos que defienden la lucha del Paro Nacional en Colombia.

El escenario es el mismo para dos jóvenes de “primera línea” que decidieron contraer matrimonio en el barrio Aures, de Buga. Así, como en el disco. Se juraron amor eterno, encapuchados. Ella con un vestido negro, elegante, aún muy jovencita,  y él, cubriendo su rostro y con un escudo elaborado a partir de una tina de aluminio.

Prometieron estar juntos hasta el final de sus vidas o hasta que la represión brutal de la fuerza pública los separe. Como toda pareja de enamorados, les brillaban los ojos. Tenían una sonrisa a flor de piel escondida con tela oscura, para protegerse.

–A los jóvenes nos están matando porque salimos a las calles a protestar.

–Sí, pero confiamos en una nueva Colombia para nuestros hijos—dice la muchacha tras escuchar a su, ahora, esposo.

El sacerdote se hace a un lado, prudentemente. Algunos de los poquísimos asistentes, lloran apreciando ese momento único entre las sillas plásticas que han sido distribuidas en el modesto recinto.

La familia les tiene un “sancochito de gallina y una tortica”, como decimos la inmensidad de pobres de Colombia. Los millares de hombres y mujeres que viven del rebusque, porque a diferencia de la imagen que vende el presidente Iván Duque a nivel internacional, en esta tierra el desempleo cabalga sobre las estadísticas con cifras alarmantes.

OTROS NO TUVIERON ESA MISMA OPORTUNIDAD

Otros jóvenes, con iguales sueños, ganas de luchar, empuje cuando salían a “frentiar lo que fuera”, también enamorados y que le dijeron a su novia que “cuanto termine toda esta vaina, pensamos en el futuro”, no tuvieron la misma oportunidad.

Salieron de casa ante la mirada angustiada de sus madres y el corazón palpitante de sus padres. Como cantaba Piero: “Él tiene los ojos buenos, y una figura pesada. La edad se le vino encima sin carnaval ni comparsa. Yo tengo los años nuevos, mi padre los años viejos. El dolor lo lleva dentro, y tiene historia sin tiempo, viejo mi querido viejo…”

La realidad de ellos, tal vez era otra. Ahora en las calles se está peleando por un futuro. Y pocos lo entienden, como el taxista que me trajo a casa. Sobrevive con cuarenta mil pesos diarios, sin ninguna garantía ni seguridad social, y se queja de las manifestaciones. “Ya deben dejar esas protestas, estoy cansado…”, reniega.

Igual que tantos otros, no han hecho una evaluación de los logros del Paro Nacional. La caída de la reforma tributaria, de la reforma a la salud, de la propuesta que hace carrera de involucrar los jóvenes en una política que consulte las realidades populares y, además de otras cosas positivas, la advertencia al presidente, Iván Duque, de que si pretende impulsar nefastas reformas de carácter laboral y pensional, el pueblo sale de nuevo a las calles.

Y en medio del fragor de la lucha, junto a los sindicalistas que marchamos, los jóvenes de primera línea, que hicieron lo que muchos reconocemos, amerita arrojo: enfrentar las arremetidas inmisericordes de la fuerza pública.

En homenaje a los jóvenes del primera línea asesinados, se realizaron velatones en diferentes lugares de Cali

NO SE PUEDE DESCONOCER SU APORTE EN LA LUCHA

Millares de colombianos se rasgaron las vestiduras por los cortes de ruta o bloqueos como los llama peyorativamente el presidente Duque. Ese término les resulta más sensacionalista a él, a los “camisas blancas” de Ciudad Jardín en el sur de Cali, y a Escobar, el paraco frustrado que aparece disparando junto a la policía, muy cerca de la Estación Univalle.

Nadie puede negar que los bloqueos eran necesarios. De otra manera, el pueblo colombiano no habría sido escuchado. Claro, durante algunos días hubo escasez, pero las cosas hay que mirarlas a largo plazo, en una línea de tiempo amplia. Lo que se ha librado es una batalla sin parangón histórico para legarle a las nuevas generaciones, un país que ya no soporta que le pongan el pie en la nuca.

¿Quiénes fueron clave en todo este proceso? Los jóvenes. Hombres y mujeres. ¿Por qué encapuchados? Por una razón sencilla: si se dejan ver, los matan las fuerzas oscuras del país, que todos saben que existen y de quiénes se trata, pero nadie se quiere referir a ellas.

LOS GRITOS DE LA MUERTE

El día que mataron a Cristian Delgadillo Sánchez y Segundo Jaime Rosas, frente al lugar donde vivo, los vi batallando desde temprano  tras la violenta recuperación que hicieron el Esmad y el Ejército del espacio que ocupaban en el Puente del Comercio.

¿Armas? No les vi en sus manos. Comparten la misma opinión nuestros vecinos, que fueron testigos. ¿Escudos y rocas? Sí. Claro que los tenían. Yo mismo, en mi lejana juventud, tiré piedra cuando subían el precio del bus urbano, consciente como mis compañeros del Colegio “Eustaquia Palacios”, de que esa medida afectaba el bolsillo de nuestros padres, obreros del común que vivían de un modesto salario.

Eran otros tiempos. Lo que repartían los antimotines de la época, era garrote y con generosidad, por cierto. Hoy, por obra y gracia de un fantasma, pareciera, se reparte bala y las autoridades dicen no saber de dónde provenían. Cosas del país del realismo mágico de Gabriel García Márquez.

Un joven fue golpeado en el pecho por una bala aturdidora. Estaba angustiado, por el dolor. Le brindé agua. “Gracias vecino”. Podría haber sido uno de mis hijos. Sentí dolor también, dolor de patria.

El enfrentamiento siguió por varias horas hasta que, hacia la medianoche, sonaron los disparos que segaron la vida de los dos jóvenes. Murieron en medio de la importancia que asiste a quienes creemos que la protesta social es válida en un país que se precia de democrático.

Nadie puede negarnos el derecho a llorar a nuestros muertos, los que cayeron en el marco del Paro Nacional.

Ni Marcelo Agredo, Cristian Delgadillo Sánchez, Segundo Jaime Rosas, Nicolás Guerrero y Elkin Andrés Fernández, entre otros jóvenes asesinados por la fuerza pública en Colombia, tendrán futuro. No disfrutarán del “Amor encapuchado”, ni de la brisa que baña a Cali en las noches cuando se escucha música junto a la Loma de la Cruz o en el Boulevard, cerca del Puente Ortiz, con el rumor del río como fondo.

Duele la muerte de los miembros de la fuerza pública. Nadie lo niega. También son Colombia. Pero tampoco dejan de doler los muertos que estaban en primera línea. Ellos también tienen padres, hermanos, amigos, novia. También soñaron un futuro, pero no volverán a casa, ni hoy ni nunca…

Concluyo agradeciendo a quienes me han advertido, en reiteradas ocasiones, que me pueden matar por lo que escribo. A ellos les he dicho lo que comparto con ustedes, y es la frase del argentino, Ernesto del Che Guevara: “Bienvenida la muerte, donde quiera que me encuentre, siempre y cuando nuestro grito de lucha se siga escuchando.”

NOTA IMPORTANTE: Los planteamientos expresados en este artículo comprometen a su autor, quien se hace responsable, y no necesariamente reflejan el pensamiento político-sindical del movimiento sugoviano. 

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