SINDICATO UNITARIO DE LA GOBERNACIÓN DEL VALLE DEL CAUCA
NOSOTROSCONTACTO 11 Ago, 2022

Fernando Alexis Jiménez

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El SUGOV llegó a su aniversario número once. Una fecha especial que coincidió con la movilización social en el país. Ocasión para reafirmar nuestro compromiso con la lucha obrera.

Por Fernando Alexis Jiménez | Dirigente sogoviano

Los once años del SUGOV tuvieron una singular coincidencia: la movilización gigantesca de los trabajadores que inició en la sede del SENA, en Salomia, y concluyó frente a las instalaciones de la Regional del Trabajo, en la avenida de Las Américas.

La Alcaldía de Cali, como siempre, con sus pronunciamientos ramplones y destemplados, dijo que sólo participaron 800 representantes de la clase obrera.

El desplazamiento estuvo enmarcado en la cultura ciudadana, en la tolerancia y el respeto. No hubo bloqueos, tuvimos una marcha que llegó casi a 900 personas diciendo lo que les disgustaba. No hubo necesidad de utilizar la Fuerza Público, no hubo ningún evento que lamentar“, aseguró Carlos Soler, secretario de Seguridad de Cali. Por supuesto, su perspectiva es la de milico en retiro, a quien toda expresión de protesta social, le produce urticaria.

En Puerto Resistencia se realizó otra concentración. Como siempre, en esa zona del oriente caleño, con amplia participación ciudadana.

Miembros del ejecutivo de la CUT Valle

 

UN ESTADO DE ALERTA PROVOCADOR

La administración del Alcalde, Jorge Iván Ospina, realizó el martes 19 de octubre, un Consejo de Seguridad, en el cual y tal como lo registra la seudo-revista Semana (porque hay quienes opinan que es un pasquín uribista), se declaró en “alerta por lo que pudiera ocurrir”.

Compañeros Álvaro Ruíz Erazo y Yecid González, participando en la movilización del 20 de octubre

De acuerdo con su pronunciamiento, estarían alerta para proteger las estaciones y los buses del MIO, con lo cual, confirma la posición que lo ha caracterizado, de satanizar la protesta social. Pero se quedó viendo un chispero, porque todo transcurrió en el marco de la normalidad, sin que esa normalidad, por supuesto, deje de evidenciar la inconformidad del pueblo con Duque y su dictadura.

En consonancia con sus temores, militarizó la ciudad. Fueron 1600 agentes de policía y 320 del ejército. Temía un nuevo alzamiento. ¡Lo que hay que ver y oír, definitivamente!

EL ESMAD ACANTONADO EN LA GOBERNACIÓN DEL VALLE

Pero la gobernadora, Clara Luz Roldán González, no se le quedó atrás. Acantonó el Esmad en el Palacio de San Francisco, como ha sido su costumbre. ¿Por las protestas? No, claro que no. Trajo a los alegres muchachos del escuadrón móvil anti disturbios, porque el Sindicato Unitario de la Gobernación del Valle—SUGOV—celebraba sus once años, un aniversario que no íbamos a pasar de agache.

No sabemos qué pensaba la funcionaria. Y lo que hicimos así de subversivo o clandestino, fue presentar el grupo musical Viento y Madera (que interpretó canciones sociales) para recibir a los compañeros empleados y contratistas, y entregarles a todos un detalle. Fueron más de mil ejemplares de bolígrafos de lujo, estampados con el logo del SUGOV. Es nuestra forma de compartir con todos, sin odiosas distinciones, la alegría de cumplir once años al frente del cañón, en defensa de la clase trabajadora.

Fue una jornada maravillosa. Emocionante, si queremos ser más específicos. Recibimos muchas voces de aliento. La solidaridad flotaba en el ambiente. “Ustedes han luchado por todos nosotros, le han puesto el pecho a la brisa. Gracias, compañeros”. Fue una expresión recurrente que escuchamos en todos.

Tras entregarles un detalle del SUGOV, les reafirmamos a los agentes del Esmad: “Aunque tengan uniforme, ustedes son parte de nuestro pueblo.” También por ellos luchamos, porque son pueblo precarizado.

HASTA LOS COMPAÑEROS DEL ESMAD RECIBIERON SU DETALLE

Es cierto, sabemos que el Esmad reparte garrote con generosidad en la protesta social. Pero más allá de su uniforme de robocop, que resulta intimidante, para nosotros, son clase trabajadora. De hecho, funcionarios explotados a quienes, desde un escritorio, los altos oficiales les dan la orden de arremeter contra su propio pueblo, el mismo pueblo al que ellos pertenecen.

A ellos les dimos su detalle sugoviano. Lo guardaron furtivamente. “Lo vamos a usar, téngalo por seguro”, nos decían.

Incluso, se tomaron una foto con algunos de los dirigentes del SUGOV. Una foto para la historia que reafirma nuestro convencimiento de que ellos, desde nuestra perspectiva, son pueblo precarizado, hombres y mujeres que, al término de su jornada, regresan a casa y, al día siguiente, hacen fila en un supermercado, pagando altos costos por los alimentos. Al fin y al cabo, también golpeados por la dictadura de Duque.

En el marco de los 11 años del SUGOV, rendimos homenaje al compañero Álvaro Ruíz, uno de los fundadores de nuestra organización.

HOMENAJE AL COMPAÑERO ÁLVARO RUÍZ ERAZO

El 20 de octubre fue memorable. Celebramos once años de lucha ininterrumpida y comprometida con la clase trabajadora, pero, también, de aporte a la generación de conciencia alrededor de lo que somos: un pueblo explotado que debe despertar del marasmo y levantar su puño en alto para decir: “Basta ya de sometimiento”.

En el marco de este aniversario, se hizo un reconocimiento especial al dirigente y fundador sugoviano, Álvaro Ruíz Erazo. Un batallador de la clase obrera. Se formó inicialmente como economista en Colombia e hizo su especialización, por espacio de ocho años, en Cuba.

Y aunque le fue doloroso irse de La Habana, de las tardes de brisa junto al malecón de ocho kilómetros que bordea la ciudad y recibe como un abrazo gigantesco las olas del mar y el rumor de aguas embravecidas que traen desde tierras lejanas las voces de admiración por la lucha que han librado, Álvaro decidió regresar a su patria, a combatir ideológicamente desde otra trinchera: el sindicalismo clasista.

Álvaro Ruíz, primero en la margen derecha y enarbolando su brazo empuñado, ha sido un líder comprometido con la defensa de la causa obrera.

Desde su vinculación como profesional en la Gobernación del Valle del Cauca, Álvaro ha sido un defensor de la causa del pueblo, de los marginados, de los sin-techo, de los desempleados. Y fue, a la sazón, uno de los gestores del SUGOV porque no compartió—junto con quienes le acompañaron en esa gesta—la actitud sumisa del sindicato de siempre, el de marras, en el que su presidente siente orgullo de posar con el gobernante de turno, mientras que a los afiliados les habla con un discurso acomodado.

Álvaro Ruiz Erazo está en la antesala de su retiro tras entregar gran parte de su vida a la función pública. Pero ninguno de nosotros quiere que pase desapercibido su aporte al sindicalismo, porque como diría el coplero de los llanos venezolanos, Rafael Martínez, Álvaro es un “amigo sin condición, con trago y fuera de tragos”. Es decir, alguien en quien se puede confiar siempre.

Lo ocurrido el 20 de octubre lo llevaremos siempre en el corazón, porque once años de lucha, no se cumplen todos los días…


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Organizaciones sindicales del Valle del Cauca, atendiendo convocatoria de la CUT, reafirmaron respaldo y compromiso con la jornada de movilización del próximo 28 de septiembre. El Paro Nacional sigue vivo, aseguraron dirigentes obreros.

Por Fernando Alexis Jiménez | Dirigente del SUGOV

La protesta sigue. No ha menguado. Ahora más beligerante que nunca. ¿La razón? Duque no baja la guardia y, en escenarios como la ONU, sigue vendiendo la imagen de una Colombia paradisíaca, desconociendo la realidad social cada vez más crítica, con un desempleo que cabalga por las nubes, una inflación sin precedentes y la máquina de la muerte bien aceitada para acabar con líderes sindicales y populares.

El panorama fue analizado en la convocatoria de la Central Unitaria de Trabajadores—CUT, subdirectiva Valle—y los dirigentes de los sindicatos coincidieron que el 28 de septiembre es necesario  salir a las calles, de un lado para respaldar los diez proyectos de ley que hacen tránsito en el Congreso, y de otro, reclamar que cese la voraz andanada de los grupos económicos del país por privatizar la salud, ahogando a su paso, las finanzas y futuro de los hospitales estatales.

EL PARO NO SE HA ACABADO

Contrario a lo que piensan muchos, aquellos que se rinden fácilmente, el Paro Nacional no se ha acabado. En esa dirección, el presidente de la CUT en el Valle del Cauca, Wilson Sáenz Manchola dijo que: “Este período que muchos equivocadamente consideran es un receso, no ha servido más que para estrechar los lazos con diferentes expresiones ciudadanas, que ahora quieren sumarse a la protesta ante la contundencia de un país en crisis. Hay que retomar la movilización comprometida. Debemos seguir firmes y más cuando los vientos electoreros amenazan con profundizar la crisis laboral con reformas que golpearán a los trabajadores. Esta es la hora de movilizarnos”.

El dirigente expresó su preocupación por la situación de la salud, lo que explica que la movilización del 28 de septiembre próximo inicie en la Plazoleta de San Francisco y concluya frente a las instalaciones del Hospital Universitario del Valle—HUV–. “La movilización popular es la que ha traído cambios en el país y, ahora, seguimos adelante, con un ingrediente particular: la defensa del derecho a la salud, que debe seguir siendo pública y no quedar en manos del sector privado”, precisó.

Informó que la agenda de protesta social incluye, también, fechas como el 20 de octubre, el 25 de noviembre y el 10 de diciembre.

Hay un claro compromiso de la CUT y de los sindicatos, de jalonar la movilización del 28 de septiembre, En la gráfica, de izquierda a derecha, Francisco Maltés Tello (presidente Nacional de la CUT y Wilson Sáenz Manchola, presidente regional de la central, entre otros. Foto Fernando Alexis Jiménez – Archivo.

COLOMBIA, UN PAÍS SE POBRES

Durante su intervención en modalidad virtual, el presidente de la CUT y vocero del Comité Nacional de Paro, Francisco Maltés Tello, resaltó con viva inquietud que Colombia se convirtió en un país de pobres, ante la indiferencia cómplice de la clase política tradicional, y la mirada inmisericordia de un gobierno como el que preside Iván Duque Márquez.

En nuestro país hay 21 millones de personas sumidas en la pobreza, es decir, el 40% de nuestros connacionales.  El DANE maquilla la realidad. Pero lo que no han podido ocultar es el estallido social por cuenta de la desigualdad. Por el contrario, ese estallido sacó a flote lo que está ocurriendo. Desde el Comité de Paro reivindicamos la movilización, que ya forma parte de la agenda pública. Nos corresponde a todos, presionar a los congresistas para que ayuden a jalonar los diez proyectos de Ley”, enfatizó.

Informó que, con los jóvenes, denominados durante el paro como primera línea, se han realizado nuevos acercamientos. Específicamente con quienes están organizados. Recordó que jamás se les han cerrado las puertas, aun cuando algunos sectores, en algún momento dijeron que no querían que intervinieran las organizaciones obreras. “Tenemos que avanzar con pasos de unidad, pero bien organizados”, explicó.

DURA RADIOGRAFÍA SOCIAL DEL VALLE DEL CAUCA

Durante la reunión de las organizaciones sindicales a instancias de la CUT, subdirectiva Valle del Cauca, se presentó una dura radiografía social del Departamento, que pone en evidencia el recrudecimiento de tres fenómenos que toman fuerza: el desempleo, la pobreza absoluta y la violencia contra los líderes.

Como consecuencia del actual modelo económico y político que favorece los intereses del capital extranjero y alimenta el afán de enriquecimiento de quienes detentan el poder, se estima que una de cada diez personas en edad productiva, se encuentran sin trabajo.

En Cali, 560 mil personas, viven del rebusque y más de 300 mil familias, enfrentan la pobreza extrema, la que se refleja—en términos prácticos—en el hecho de que solo consumen dos raciones de alimento al día.

Con la complicidad de la clase politiquera, los hospitales se encuentran al borde del colapso, al tiempo que las EPS –que pertenecen al sector privado—enriquecen sus arcas. En esa dirección, el temor es que la salud, que es un derecho inalienable, termine privatizada.

En general, se aprecia como el 86% del empleo formal ha desaparecido con el pretexto esgrimido por los empresarios, de que fue consecuencia del Paro Nacional. De la mano con su argumento manido, ofrecen colocación por debajo del mínimo y sin garantías de ninguna clase.

COLOMBIA NO PUEDE OLVIDAR SU HISTORIA

La reunión de las organizaciones sindicales del Valle del Cauca estuvo fortalecida con la intervención del analista económico e internacional y escritor, Aurelio Suárez Montoya. Su planteamiento fue contundente: Colombia no puede olvidar su historia y, menos, a quienes la han llevado a arrastrar una pesada carga de miseria, en la que –antes que repuntar—su economía va en picada y cada día se depende más de las importaciones. Esto, como lo explicó el catedrático, es muy grave porque desestimula la producción nacional y alimenta el desempleo.

Economista y escritor, Aurelio Suárez Montoya

Para cumplir compromisos, el país debió promover reformas y las exigencias del Consenso de Washington, más peligroso, viral y dañino, que las diez plagas de Egipto juntas.

El Banco de la República, fiel a los postulados trazados por el imperialismo económico de los norteamericanos, sometió la política de divisas y la cambiaria, en detrimento del poder adquisitivo de los colombianos. Esto abonó el terreno para la famosa apertura económica, en la que se desequilibra la balanza: se privilegia el que compremos lo que nos venden en dólares, mientras que nuestros productos los rechazan o quieren pagar a precio de huevo. En términos parroquiales, siempre llevamos las de perder.

Así las cosas, tomando como línea de tiempo el 2000, se quintuplicaron las importaciones del renglón agropecuario y se duplicaron las de producción industrial. ¿Resultado? Más desempleo. En otros términos, importamos mucho más de lo que exportamos. Y los capitales extranjeros, que gozan de todos los privilegios, avanzaron en un nuevo zarpazo: se apoderaron de lo que otrora era la banca estatal. Al fin y al cabo, entre sus prebendas, está el que tienen exenciones y rebajas en la tributación.

En su disertación, el profesor Aurelio Suárez Montoya, puso de relieve que han sido los inversionistas extranjeros los más beneficiados con la bonanza minero-energética que vivió Colombia. “Ni siquiera Pinochet, con todo y lo perverso, vendió los recursos de Chile. En Colombia si lo hicieron”, enfatizó.

Para sobrevivir, los gobiernos de turno se han endeudado. El economista precisó que, como consecuencia, cada colombiano le debería al capital extranjero alrededor de doce millones de pesos, si se pretendiera pagar la deuda externa.

El panorama no luce alentador, a menos que el pueblo colombiano le salga al paso”, advirtió, al tiempo que recordó, el mal manejo de la política fiscal del país, ha llevado a que en los últimos 20 años se hayan realizado 19 reformas tributarias que trasladaron casi el 60% de los tributos al pueblo. “Es una carga muy pesad que no puede soportar”, dijo.

La reunión del sindicalismo, concentrado en el Valle del Cauca, concluyó con el compromiso ineludible de sacar adelante la movilización del 28 de septiembre y las otras movilizaciones contempladas en la agenda hasta el mes de diciembre próximo.

 


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El sindicalismo colombiano debe someterse a un cuidadoso auto análisis para aplicar correctivos. Se han cometido errores. No podemos ocultarlo. Un análisis de la situación actual.

Por Fernando Alexis Jiménez

El más reciente Paro Nacional en Colombia que marcó un hito en la historia, dejó clara una realidad: Los sindicalistas ya no somos los “chachos de la película”. En pocas palabras, progresivamente hemos ido perdiendo el protagonismo.

Soy consciente de que mi planteamiento desatará una tormenta sin precedentes, y no faltará quien se rasgue las vestiduras. Sin embargo, antes que contemplar la posibilidad de considerarme hereje y que se proponga mi lapidación, pido me concedan unas pocas palabras con las que sintetizo mi argumento:

1.- La corrupción y la politiquería han infiltrado el sindicalismo. Para nadie es desconocido que algunos de quienes se denominan dirigentes, establecen nexos con los patrones, lo que por supuesto, va en detrimento de los trabajadores. De la mano con esta realidad, otra igualmente desalentadora: hay quienes comprometen su labor con los partidos tradicionales, los mismos que legislan para golpear a quienes deberían defender: los obreros.

2.- Se ha ido desdibujando la beligerancia. Las batallas que se libran con el sindicalismo, no son las de otras épocas, ni las que marcaron un distintivo como la huelga de las bananeras o el accionar de Jorge Ignacio Torres o María de los Ángeles Cano Márquez (María Cano), la primera mujer que lideró la organización de los trabajadores en diferentes regiones del país.

3.- Las acciones de carácter político-sindical están perdiendo fuerza. El ejercicio del sindicalismo tiene una incidencia política no partidista, que, a la fecha, o bien perdió su norte o no tiene la fuerza de antes. Pese a ello, en muchos escenarios queda en evidencia que incurren en la improvisación, el inmediatismo y se dejan de lado las actividades con incidencia en la búsqueda de reivindicaciones para la clase obrera.

4.- Falta de capacitación y formación de cuadros sindicales. La generación sindical que nos tocó, la que llamamos de vanguardia, demanda la formación política y de liderazgo antes de ocupar un cargo. Eso significaría que el dirigente se desenvuelva a conciencia, con un solo norte: la defensa de la clase trabajadora. A esto se debe sumar que no se están preparando cuadros que puedan contribuir, en el corto plazo, a la renovación generacional en las organizaciones sindicales.

5.- Toma fuerza la división del sindicalismo. Antes que propiciar un fortalecimiento de los sindicatos, como un bloque monolítico, salta a la vista que hay fuertes huracanes de divisionismo. Esta tormenta alimenta el surgimiento de nuevas organizaciones débiles que favorecen los intereses de los patrones. Hay tantos sindicatos como religiones en el mundo.

Es cierto que los pretendidos dirigentes quedan amparados por el fuero sindical, pero el creciente fraccionamiento no ha hecho otra cosa que debilitar el movimiento obrero.

6.- Paulatinamente se va perdiendo la capacidad de convocatoria. Retomo el tema del Paro Nacional. Mientras que en las calles brillaron por su ausencia muchos sindicatos—representados en sus lideres y afiliados–, se hizo evidente que sí salieron a manifestarse otras expresiones populares: indígenas, campesinos, comunales, estudiantes y quienes jamás habían marchado y que integraron la llamada primera línea.

7.- Seguimos usando el lenguaje de hace veinte años. Que no queremos a los yanquis, que las políticas neoliberales nos están hundiendo y que las trasnacionales acaban con toda garantía laboral, son entre otros, hechos que conocemos a ciencia cierta. Sin embargo, seguimos utilizando el mismo lenguaje de otras épocas y no estamos llegando de manera clara a las nuevas generaciones y al ciudadano del común.

ES HORA DE HACER UN ALTO EN EL CAMINO

Desconozco cómo quiera usted rotular la situación actual del sindicalismo colombiano. Desde mi perspectiva, que no refleja una verdad revelada—por supuesto–, estamos experimentando una crisis sin precedentes y, además, profunda.

Dadas las actuales circunstancias es tanto como encontrarnos en medio de un puente. No podemos llegar a la frontera sin retorno, porque será la clase trabajadora la que lleve la peor parte.

En ese orden de ideas, además de hacer un alto en el camino, urge reorientar el movimiento sindical para que responda a las expectativas de la actual situación y de las futuras, porque es evidente que los politiqueros querrán seguir atornillados en el poder atropellando a la clase trabajadora.  

Blog del autor: https://cronicasparalapaz.wordpress.com/


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Duque es ilógico en sus decisiones. Para él, lo que hizo la turista europea, es intromisión en asuntos internos, pero no lo es el que una veintena de ex militares de Colombia participaran en el frustrado golpe de Estado y asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moise. De hecho, envió una delegación diplomática para que brinde asistencia jurídica y humanitaria a estos mercenarios, o en términos más parroquiales, paramilitares o paracos.

Por Fernando Alexis Jiménez – Dirigente sugoviano

La doble moral del presidente Iván Duque cuestionando los gobiernos de izquierda, a los que acusa de dictaduras, quedó evidenciada al ordenar la expulsión de la alemana, Rebecca Linda Marlene Sprößer, como retaliación al apoyo que brindó la joven a las protestas del Paro Nacional.

Desde la perspectiva del mandatario colombiano, ese es el ejercicio de la soberanía nacional. Para observadores del país y del extranjero, es una clara evidencia del estado dictatorial que enfrentan los colombianos y que fue puesto de manifiesto tras las recomendaciones que hizo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

La europea fue aforada en un vuelo que cubría la ruta Cali-Bogotá y Bogotá- Alemania y, como castigo, no podrá entrar a Colombia durante los próximos 10 años.

Si esa no es una decisión dictatorial, ¿qué si lo es? Duque es ilógico en sus decisiones. Para él, lo que hizo la turista europea, es intromisión en asuntos internos, pero no lo es el que una veintena de ex militares de Colombia participaran en el frustrado golpe de Estado y asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moise. De hecho, envió una delegación diplomática para que brinde asistencia jurídica y humanitaria a estos mercenarios, o en términos más parroquiales, paramilitares o paracos.

La joven alemana, Rebecca Linda Marlene Sprößer, apoyó la protesta social en Cali.

LA HISTORIA DE LA ALEMANA EN COLOMBIA

Rebecca Linda Marlene Sprößer se sintió atraída por Colombia, el país del realismo mágico que inmortalizó en sus creaciones literarias, el Premio Nobel, Gabriel García Márquez. Lo que jamás imaginó es que le tocaría vivir en carne propia esa inverosimilidad de los hechos que solo ocurren en un país como este, en pleno ombligo geográfico de América.

Desde el 15 de marzo pasado, cuando llego, recorrió lugares atractivos que subió a redes sociales. Comentó que se trataba de parajes paradisíacos, porque su propósito inicial no era otro que el de hacer turismo. Pero inmersa en esos recorridos, le tocó vivir el Paro Nacional que, particularmente en Cali, se vivió con mayor intensidad.

Fue allí cuando tuvo estrecho contacto con los jóvenes de primera línea. Los apoyó. Se tomó fotos con ellos. Se puso casco, careta antigases y hasta cubrió su cuerpo con la bandera de los colombianos, ¿Delito? No. No estaba propiciando un golpe de Estado como los connacionales en Haití. Simplemente, apoyó las manifestaciones.

Pero, como en Colombia protestar es un delito por cuenta de la mentalidad guerrerista del presidente Duque, la sacaron a sombrerazos, como si se tratara de la peor delincuente. Desde la apreciación del gobierno nacional, Pablo Escobar y quienes integraron los carteles del narcotráfico, son niños de kindergarden.  

La protesta social es constitucional, pero en Colombia la han querido satanizar

LA DETUVIERON POR DENUNCIAR

La detención de Rebecca Linda Marlene Spröße se produjo en unas circunstancias insólitas, propias de una telenovela en la que los buenos resultan ser los malos y viceversa. Para ser más específicos, una narrativa con matices Kafkianos.

Linda, como ella misma abrevia su nombre, fue víctima de un atentado sicarial el pasado 22 de julio. Y, como es apenas natural, fue a denunciar el hecho ante el CTI de la Fiscalía. La declaración la rindió en la sede del Comité de Presos Políticos en Cali y a una cuadra de allí, cuando terminó ese procedimiento, fue detenida por agentes de Policía y de Migración Colombia y dirigida, inmediatamente, al aeropuerto Internacional Alfonso Bonilla Aragón.

Cuando llegué a Cali me enamoré totalmente de la gente, de la forma de vivir y decidí que quería vivir un tiempo más acá. Empecé a trabajar como voluntaria en una escuela muy reconocida de baile que se llamaba Arrebato Caleño, pero se intensificaron los toques de queda y ya no pudieron dar las clases que se hacían en la noche y quebraron después de resistir lo que más pudieron durante la pandemia. Esa fue una fuerte motivación para unirme a la gente que empezó a protestar. Después pensé que como en México había trabajado en periodismo, aquí también podría documentar con mi mirada lo que estaba sucediendo. Entonces empecé a grabar testimonios y abusos de la Policía y a mandarles eso a mis contactos que tenía de prensa”, dijo la joven alemana.

En tanto se sataniza la protesta social en Colombia, el presidente Duque envió una delegación diplomática a auxiliar a paramilitares que pretendían un fallido golpe de Estado en Haití.

Su existencia comenzó a correr peligro desde que se solidarizó con las marchas y decidió hacer presencia en los diferentes puntos de resistencia de Cali. Por ese motivo, el Comité de Solidaridad de Presos Políticos ha cuestionado la expulsión de Rebecca Marlene Sproesser, como un procedimiento administrativo arbitrario del que tomó parte Migración Colombia, sin dar margen a ninguna reclamación.

No podría concluir sin enfatizar que, para quienes dudan que el presidente Duque es un dictador, sus acciones cada día tornan fehaciente la condición en que se encuentra Colombia, y anotar, por último, que el temor que nos asiste a quienes escribimos, es que nos terminen amenazando las fuerzas oscuras que siembran el terror y la muerte.

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NOTA IMPORTANTE: El autor del presente artículos se hace responsable por su contenido ya que, si bien forma parte de la dirigencia sugoviana, sus planteamientos no necesariamente están en consonancia con el pensamiento político-sindical de la organización sindical.


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Como habían advertido con anticipación las organizaciones sociales, la protesta de este 20 de julio, iba a ser infiltrada por las fuerzas oscuras para deslegitimar informe del CIDH que se refirió a desmanes de la fuerza pública y que recomendó correctivos inmediatos.

Por Fernando Alexis Jiménez – Dirigente Sugoviano

Fotografías: Oliverio Montealegre Tierradentro – Yesid González Sabi

Nuevamente Cali se convirtió este 20 de julio en un campo de batalla por cuenta de los actos de provocación de la fuerza pública a los manifestantes en la concentración de la Loma de Cruz, confrontaciones que se replicaron en los sectores de Sameco, Puente del Comercio, Meléndez y Calipso. De acuerdo con las autoridades, siete agentes de antidisturbios resultaron heridos, pero no mencionaron que más de veinte manifestantes resultaron seriamente afectados en su integridad. Ironías del país del “realismo mágico” donde solo cuentan unos, y las clases populares resultan invisibilizadas.

Las marchas de las horas de la mañana transcurrieron en paz. Sin embargo, frente a la actitud intimidatoria del Escuadrón Anti Disturbios—Esmad–, se generaron las condiciones para los enfrentamientos que buscan sustentar los vaticinios aterrorizadores que promovió el presidente Iván Duque, para deslegitimar y satanizar la protesta social.

Para generar temor en la ciudadanía y evitar que liberaran su inconformidad saliendo a las calles, el mandatario anticipó que se fraguaban planes terroristas, con apoyo de la insurgencia y el narcotráfico, para desestabilizar la institucionalidad. Pero de la mano con estos pronunciamientos, enarbolaba la tesis de que todo estaba bajo control gracias a los operativos de seguridad en toda la geografía nacional.

El común denominador de las marchas: transcurrieron en paz, pese a las provocaciones de las fuerzas estatales.

GOBIERNO NACIONAL PREPARÓ ESCENARIO PARA LOS COMBATES

Para nadie es desconocido que esta andanada gubernamental de desinformación, es una cortina de humo que busca echar por tierra el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre los abusos de la fuerza pública y las recomendaciones para que se apliquen correctivos urgentes.

Quedó claro que se trató de dos cosas claras: una estrategia concebida para esconder la corrupción que rodea la vacunación contra el covid-19, y generar una sensación de “seguridad”, que su propio gobierno ha roto con los asesinatos aleves de manifestantes, y las desapariciones de líderes sociales.

La arrogancia del gobierno nacional levanta barreras al diálogo y el Comité Nacional de Paro ha visto renacer, con mayor fuerza, la llama de la inconformidad que asiste a millares de personas por la arbitrariedad del presidente Iván Duque.

El Sindicato Unitario de la Gobernación del Valle–SUGOV– a través de su dirigencia, hizo presencia en las marchas. Si dejar de lado su filosofía de beligerancia en defensa de los derechos de la clase trabajadora, reafirmó su compromiso con la pacificidad en las movilizaciones. 

 

NOTA IMPORTANTE: El autor del texto es responsable por sus opiniones. Aun cuando pertenece a la dirigencia sugoviana, no necesariamente expresa todo el pensamiento político-sindical de nuestra organización. No obstante, fieles al criterio de ser diversos, pero unitarios, publicamos este contenido escrito.


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Muchachos, nadie los ha olvidado. Viven en la memoria de todos. En adelante, cada vez que pasen por Puerto Resistencia, recordarán el tiempo en que todo un país soñó con una realidad distinta, de igualdad y justicia para todos.

Por Fernando Alexis Jiménez – Dirigente sugoviano

La escena es única en toda la historia de la humanidad. Todos están atentos. Sin quitar los ojos del picadito de fútbol en el cielo. Ese cielo del Dios justo en el que creo. Ese Dios que no rechaza a los que piensan diferente y que jamás le cerraría las puertas a quienes murieron convencidos de su lucha por un mejor país, con igualdad de oportunidades para todos, en el que se acaban las fronteras y las odiosas distinciones entre pobres y la “gente de bien”.

–¿Qué es esa bullaranga? –, pregunta Pedro de camino hacia la enorme ventana. Luego, sonriendo, comienza a llamarlos a gritos:

–Muchachos vengan, rápido. Vengan.

–¿Y el partidito de fútbol?

–Tranquilos, tienen toda una eternidad para retomarlo. Vengan, no se pueden perder esto…

Y en cuestión de segundos, todos arremolinados. Hay jóvenes de Cali y del resto de Colombia. Murieron acribillados cuando ejercían su derecho a la protesta social. Los asesinaron con balas oficiales. Dieron su vida por el Paro Nacional.

–Bacanísimo ese monumento de Puerto Resistencia–, comenta uno, con los ojos brillando de emoción.

–Parcero, mirá a Luis Enrique, a Carlos, a Julio y a Sandrita…

–Pillate, mis cuchos están allí entre la multitud…

–Hasta la vecina, la que nos cuestionaba tanto, está entre la gente…

La sonrisa amplia alumbra el rostro de Pedro. Comparte el gozo de los muchachos. “¿De primera línea, dizque les decían?”, murmura antes de decir, con voz emocionada:

–Muchachos, nadie los ha olvidado. Viven en la memoria de todos. En adelante, cada vez que pasen por Puerto Resistencia, recordarán el tiempo en que todo un país soñó con una realidad distinta, de igualdad y justicia para los marginados. Y los padres les dirán a sus hijos que ese monumento se construyó para no olvidar a los que regaron con su sangre, las semillas de esperanza que jamás morirán, porque están sembradas en la historia de un país que está despertando del letargo de muchos años.

Y las risas de todos celebran ese momento único e irrepetible porque saben que Colombia se puso de pie para aplaudir con gratitud, su actitud valerosa y que ese rumor de los aplausos no se terminará jamás porque viven en los corazones de quienes creemos en un cambio con justicia social.

MONUMENTO A LA RESISTENCIA

Hace mucho tiempo no se erigía un símbolo gigantesco—algo más de doce metros—que recogiera la esperanza de todo un pueblo. El “Monumento a la Resistencia” fue construido en tiempo récord, desde mediados de mayo pasado.

“Es la representación de un puño que sostiene la palabra ‘resiste’ con los colores de nuestra bandera de Colombia como mensaje de unidad de que esto no sólo lo hizo nuestro pueblo caleño sino el colombiano. Estamos haciendo un sentido homenaje a las víctimas del paro”, indicó Juan, vocero de los manifestantes de esa zona.

En su diseño y armazón se invirtieron muchas horas, algunas de ellas bajo el sol incandescente de una ciudad como la Sultana del Valle, que arde desde que amanece hasta que cae la noche. Nada los detuvo, hasta que dieron por concluida la tarea, hoy visible varios kilómetros a la distancia.

AUTORIZACIÓN OFICIAL

Aunque al alcalde, Jorge Iván Ospina, no lo quieren ver ni en pintura por considerarlo un traidor de las clases populares, no tuvo más remedio que aprobar la construcción.

Una comisión del Departamento Administrativo de Planeación de la Alcaldía realizó una inspección al monumento para que fuera seguro para quienes estuvieran en la zona.

Hay que reconocer ese monumento como una expresión cultural del momento histórico que estamos viviendo como ciudad y eso no necesariamente está mal”, afirmó el director, Roy Alejandro Barreras.

De haber dependido plenamente de una firma del pretendido mandatario local o de la gobernadora, Clara Luz Roldán, hubieran negado la autorización. Comprensible. Hiere su sensibilidad. Desde su perspectiva militarista, el momento puede parecerles una expresión de extrema izquierda o la reivindicación del terrorismo.

UNA INAUGURACIÓN SINGULAR

La celebración del acto inaugural rompió los esquemas. Hubo música, alegría desbordante en los rostros, lágrimas entre quienes han perdido sus familiares a manos de las fuerzan del establecimiento y algo fuera de serie: un cacerolazo con acordes de sinfonía.

¿Cuántos estuvieron? Miles. Y cuando decimos miles, son miles. Por supuesto, los que dejaron de asistir, fueron los pocos privilegiados que se sienten –equivocadamente, por cierto—con la capacidad de definir qué está bien y qué está mal.  Se quedaron en casa mordiéndose el codo, porque esa gigantesca mano empuñada, les recuerda una y otra vez, que sus esfuerzos de acallar la protesta social, han sido vanos y con el tiempo, perderán toda su fuerza.

El monumento luce mejor y debe convertirse en un referente de Cali, antes que el Sebastiano de Belalcázar, que recordaba el genocidio del pueblo indígena americano…

NOTA IMPORTANTE: Los planteamientos expresados en este artículo comprometen a su autor, quien se hace responsable, y no necesariamente reflejan el pensamiento político-sindical del movimiento sugoviano.

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Dedicado a Marcelo Agredo, Cristian Delgadillo Sánchez, Segundo Jaime Rosas, Nicolás Guerrero y  Elkin Andrés Fernández, algunos de los jóvenes asesinados en Cali y en Colombia por la fuerza pública.

Por Fernando Alexis Jiménez – Dirigente sindical

En el fondo suena atronador “Amor encapuchado”, de Anarkía Tropical. Las notas multicolores emergen estridentes desde una cabina de sonido junto a una trinchera popular, en una de las muchas ciudades de Colombia, aún en resistencia. Un tema pegajoso que habla de barricadas. “Un cuerpo de silueta hermosa y tras la capucha, unos ojos me miraban”, dice la letra. Es una escena fugaz de cómo surgen las chispas del gusto y del amor entre dos jóvenes de los tantos que defienden la lucha del Paro Nacional en Colombia.

El escenario es el mismo para dos jóvenes de “primera línea” que decidieron contraer matrimonio en el barrio Aures, de Buga. Así, como en el disco. Se juraron amor eterno, encapuchados. Ella con un vestido negro, elegante, aún muy jovencita,  y él, cubriendo su rostro y con un escudo elaborado a partir de una tina de aluminio.

Prometieron estar juntos hasta el final de sus vidas o hasta que la represión brutal de la fuerza pública los separe. Como toda pareja de enamorados, les brillaban los ojos. Tenían una sonrisa a flor de piel escondida con tela oscura, para protegerse.

–A los jóvenes nos están matando porque salimos a las calles a protestar.

–Sí, pero confiamos en una nueva Colombia para nuestros hijos—dice la muchacha tras escuchar a su, ahora, esposo.

El sacerdote se hace a un lado, prudentemente. Algunos de los poquísimos asistentes, lloran apreciando ese momento único entre las sillas plásticas que han sido distribuidas en el modesto recinto.

La familia les tiene un “sancochito de gallina y una tortica”, como decimos la inmensidad de pobres de Colombia. Los millares de hombres y mujeres que viven del rebusque, porque a diferencia de la imagen que vende el presidente Iván Duque a nivel internacional, en esta tierra el desempleo cabalga sobre las estadísticas con cifras alarmantes.

OTROS NO TUVIERON ESA MISMA OPORTUNIDAD

Otros jóvenes, con iguales sueños, ganas de luchar, empuje cuando salían a “frentiar lo que fuera”, también enamorados y que le dijeron a su novia que “cuanto termine toda esta vaina, pensamos en el futuro”, no tuvieron la misma oportunidad.

Salieron de casa ante la mirada angustiada de sus madres y el corazón palpitante de sus padres. Como cantaba Piero: “Él tiene los ojos buenos, y una figura pesada. La edad se le vino encima sin carnaval ni comparsa. Yo tengo los años nuevos, mi padre los años viejos. El dolor lo lleva dentro, y tiene historia sin tiempo, viejo mi querido viejo…”

La realidad de ellos, tal vez era otra. Ahora en las calles se está peleando por un futuro. Y pocos lo entienden, como el taxista que me trajo a casa. Sobrevive con cuarenta mil pesos diarios, sin ninguna garantía ni seguridad social, y se queja de las manifestaciones. “Ya deben dejar esas protestas, estoy cansado…”, reniega.

Igual que tantos otros, no han hecho una evaluación de los logros del Paro Nacional. La caída de la reforma tributaria, de la reforma a la salud, de la propuesta que hace carrera de involucrar los jóvenes en una política que consulte las realidades populares y, además de otras cosas positivas, la advertencia al presidente, Iván Duque, de que si pretende impulsar nefastas reformas de carácter laboral y pensional, el pueblo sale de nuevo a las calles.

Y en medio del fragor de la lucha, junto a los sindicalistas que marchamos, los jóvenes de primera línea, que hicieron lo que muchos reconocemos, amerita arrojo: enfrentar las arremetidas inmisericordes de la fuerza pública.

En homenaje a los jóvenes del primera línea asesinados, se realizaron velatones en diferentes lugares de Cali

NO SE PUEDE DESCONOCER SU APORTE EN LA LUCHA

Millares de colombianos se rasgaron las vestiduras por los cortes de ruta o bloqueos como los llama peyorativamente el presidente Duque. Ese término les resulta más sensacionalista a él, a los “camisas blancas” de Ciudad Jardín en el sur de Cali, y a Escobar, el paraco frustrado que aparece disparando junto a la policía, muy cerca de la Estación Univalle.

Nadie puede negar que los bloqueos eran necesarios. De otra manera, el pueblo colombiano no habría sido escuchado. Claro, durante algunos días hubo escasez, pero las cosas hay que mirarlas a largo plazo, en una línea de tiempo amplia. Lo que se ha librado es una batalla sin parangón histórico para legarle a las nuevas generaciones, un país que ya no soporta que le pongan el pie en la nuca.

¿Quiénes fueron clave en todo este proceso? Los jóvenes. Hombres y mujeres. ¿Por qué encapuchados? Por una razón sencilla: si se dejan ver, los matan las fuerzas oscuras del país, que todos saben que existen y de quiénes se trata, pero nadie se quiere referir a ellas.

LOS GRITOS DE LA MUERTE

El día que mataron a Cristian Delgadillo Sánchez y Segundo Jaime Rosas, frente al lugar donde vivo, los vi batallando desde temprano  tras la violenta recuperación que hicieron el Esmad y el Ejército del espacio que ocupaban en el Puente del Comercio.

¿Armas? No les vi en sus manos. Comparten la misma opinión nuestros vecinos, que fueron testigos. ¿Escudos y rocas? Sí. Claro que los tenían. Yo mismo, en mi lejana juventud, tiré piedra cuando subían el precio del bus urbano, consciente como mis compañeros del Colegio “Eustaquia Palacios”, de que esa medida afectaba el bolsillo de nuestros padres, obreros del común que vivían de un modesto salario.

Eran otros tiempos. Lo que repartían los antimotines de la época, era garrote y con generosidad, por cierto. Hoy, por obra y gracia de un fantasma, pareciera, se reparte bala y las autoridades dicen no saber de dónde provenían. Cosas del país del realismo mágico de Gabriel García Márquez.

Un joven fue golpeado en el pecho por una bala aturdidora. Estaba angustiado, por el dolor. Le brindé agua. “Gracias vecino”. Podría haber sido uno de mis hijos. Sentí dolor también, dolor de patria.

El enfrentamiento siguió por varias horas hasta que, hacia la medianoche, sonaron los disparos que segaron la vida de los dos jóvenes. Murieron en medio de la importancia que asiste a quienes creemos que la protesta social es válida en un país que se precia de democrático.

Nadie puede negarnos el derecho a llorar a nuestros muertos, los que cayeron en el marco del Paro Nacional.

Ni Marcelo Agredo, Cristian Delgadillo Sánchez, Segundo Jaime Rosas, Nicolás Guerrero y Elkin Andrés Fernández, entre otros jóvenes asesinados por la fuerza pública en Colombia, tendrán futuro. No disfrutarán del “Amor encapuchado”, ni de la brisa que baña a Cali en las noches cuando se escucha música junto a la Loma de la Cruz o en el Boulevard, cerca del Puente Ortiz, con el rumor del río como fondo.

Duele la muerte de los miembros de la fuerza pública. Nadie lo niega. También son Colombia. Pero tampoco dejan de doler los muertos que estaban en primera línea. Ellos también tienen padres, hermanos, amigos, novia. También soñaron un futuro, pero no volverán a casa, ni hoy ni nunca…

Concluyo agradeciendo a quienes me han advertido, en reiteradas ocasiones, que me pueden matar por lo que escribo. A ellos les he dicho lo que comparto con ustedes, y es la frase del argentino, Ernesto del Che Guevara: “Bienvenida la muerte, donde quiera que me encuentre, siempre y cuando nuestro grito de lucha se siga escuchando.”

NOTA IMPORTANTE: Los planteamientos expresados en este artículo comprometen a su autor, quien se hace responsable, y no necesariamente reflejan el pensamiento político-sindical del movimiento sugoviano. 

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Son artistas, teatreros para ser más específicos. Integran la Casa Escénica El Teatro Vive y La Herejía Teatro, de Palmira. Presentan “La Cerdada”, una obra de creación colectiva que tiene como escenario un país imaginario donde un cerdo es el presidente y un perro, que representa la bota militar, arremete contra el pueblo cuando protesta. Se han presentado en varios escenarios. Lea toda la nota aquí…

Por Fernando Alexis Jiménez | Dirigente del SUGOV

La historia está rodeada por los ingredientes del realismo mágico que concibió el fallecido Nóbel, Gabriel García Márquez. Ocurre en un país imaginario donde el Presidente es el títere de un senador de ultraderecha. El mandatario, a quien todos rechazan, encarna los intereses de la burguesía y le interesa, a toda costa, no solo robarse toda la producción—para favorecer a los de su clase–, sino hasta las migajas que comen los marginados.

–¿No se está refiriendo a Colombia, el país en donde se realiza el paro nacional más largo de la historia latinoamericana?

–A esa conclusión debe llegar usted…

–Comprendo—dice el interlocutor, mientras sonríe y reflexiona.

El Presidente que es representado por un Cerdo–¿un chanchito? No, un Cerdo porque nadie lo quiere y cada día lo odian más por sus arbitrariedades dictatoriales–, que tiene a un Perro. El mamífero no es la tradicional mascota, sino que encarna a la bota militar, que arremete con fuerza contra el pueblo cuando reclama los derechos.

“La Cerdada” es una creación colectiva de la Casa Escénica El Teatro Vive y La herejía Teatro, dos organizaciones de artistas con sede en Palmira, la ciudad vallecaucana que concentra el mayor número de industrias de la caña de azúcar, que soporta su producción en trabajadores explotados y, en la mayoría de los casos, sin protección de salud o alguna otra garantía.

En el marco del paro nacional, los artistas se han presentado en muchos escenarios. Cada vez que muestran su trabajo, se enciende el voz a voz, que es el instrumento más poderoso para socializar algo. Por ese motivo, cada día les llegan más y más invitaciones.

Nunca pensamos que íbamos a tener tanta acogida. Además, es muy apropiado para el momento coyuntural que vive nuestro país. La gente se identifica con la escenificación. Toca sus sentimientos, porque los espectadores se ven reflejados.”, explica Ana Rosario Grisales.

Luis Eduardo Jiménez, el director, señala que se trata de una creación colectiva que amalgama tres técnicas complejas: simbolismo, naturalismo y expresionismo.

Para mí, que soy un periodista tradicional sin mayor entendimiento del ámbito teatral, el asunto me suena a lenguaje extraterrestre. El artista se sonríe comprensivo y me explica: “Los símbolos permiten que el auditorio se traslade a su realidad; el naturalismo abre parte a la participación de todos, sin exclusiones, y el expresionismo, lleva a que se puedan transmitir las emociones y contagiar a grandes y pequeños. Por eso sus reacciones. No es una obra tradicional, sino de avanzada”.

PEDAGOGÍA SOCIAL A TRAVÉS DEL ARTE

La semana pasada, mientras me tomaba un tinto junto a la Gobernación del Valle del Cauca, la vendedora—una mujer humilde que sobrevive del rebusque–, comentó: “Esos manifestantes sí que joden…”

Mientras saboreaba el café, sabroso, colado sin duda con talega, me tomé el trabajo de explicarle. La vendedora me miraba como si le estuviera hablando en mandarín y ella sin haber viajado jamás a China. Y debo confesarlo,  debí beberme otros dos cafés antes de hacerme entender.

Lo que han logrado los integrantes de la Casa Escénica El Teatro Vive y La Herejía Teatro, es ahorrarnos tiempo ya que explican la realidad del país de una manera maravillosa, con elementos pedagógicos sencillos, pero que dejan, en el imaginario popular, una visión panorámica sobre las razones del Paro Nacional y por qué han proseguido las movilizaciones.

La Cerdada se presentó por primera vez el 14 de mayo pasado. Una obra de las que llamamos creaciones urgentes, pues tan solo en un par de días se hizo el guion y proceso de montaje. Obviamente, lograr un montaje tan rápido, demandó muchas horas de trabajo arduo, sin mirar el reloj.”, indica Luis Eduardo Jiménez, autor del libreto y quien dirige la puesta en escena.

LOS ARTISTAS, CLAVES EN EL PARO NACIONAL

En el proceso de socialización pedagógica de qué es y para dónde va el Paro Nacional, los artistas han hecho un aporte valioso. Vendrían a ser los” intelectuales de primera línea”. Están los grafiteros, los músicos, los cuenteros, los poetas, los cantores y los teatreros, entre otros.

En este proceso, la Casa Escénica El Teatro Vive y La Herejía Teatro, del que forma parte Jhorgan Devia, juegan un papel trascendental. “La reacción de los espectadores no se hace esperar, quienes se identifican cansados de los abusos y demandas del cerdo y de su clase social que se autodenomina “gente de bien” y deciden entonces organizarse y poner fin al abuso del perro asesino que genera miedo y quien solo recibe migajas del cerdo, y ponerle fin al reinado del marrano, pues a todo cerdo le llega su día.”, precisa el artista, Devia, al referirse a la respuesta de quienes aprecian la puesta en escena de La Cerdada.

Evelyn Díaz, quien apoya todo el montaje con el maquillaje y, además, con valiosas ideas, coincide con el alcance que tiene la labor artística para crear conciencia social entre los colombianos. El arduo trabajo de estos artistas es una forma de lucha invaluable y un motor decidido que ayuda a alimentar esta jornada masiva de movilizaciones en Colombia.

Concluyo con la frase de un protagonista de la película El Origen que se estrenó en el 2010 bajo la dirección del británico, Christopher Edward Nolan: “No hay nada más poderoso y subversivo que una idea sembrada en la mente de una persona inquieta.” Y, eso precisamente, es lo que han hecho los artistas: nos han ayudado a despertar del letargo de muchos años.

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Nos preguntamos: ¿La conciencia deja dormir a la gobernadora del Valle y al alcalde de Cali? Si duermen en paz, es porque, evidentemente y como suponemos, no tienen conciencia ni sentido social.

Por Fernando Alexis JiménezDirigente sugoviano

La solicitud de la gobernadora del Valle del Cauca, Clara Luz Roldán, al presidente Iván Duque para que ordenara la “asistencia militar”, que en términos castizos es la militarización, deja a poco más de un día de entrar en vigencia, al menos trece muertos y más de treinta heridos. El desprestigiado alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, coincidió con la petición. Se hizo partícipe de este “golpe de estado regional”.

El argumento de la mandataria local fue bélico y sin mayor profundada. “Hago un llamado respetuoso al señor presidente de la República, Iván Duque, comandante en jefe de las Fuerzas Militares, para que despliegue toda la capacidad de la Fuerza Pública y se haga efectiva la asistencia militar para retomar el control del orden público en el departamento, siempre apegados al respeto de los derechos humanos”. Simplemente contribuyó a encender aún más a una ciudad capital, referente nacional de lucha por más de un mes, y los puntos de resistencia en diferentes municipios.

De hecho, ella ha mantenido agentes del Escuadrón Móvil Anti Disturbios—Esmadacantonados al interior del edificio donde gobierna, sin importarle que haya ciudadanos que realizan diligencias y funcionarios públicos cumpliendo su horario. Pasó por alto jurisprudencia alrededor de la no permanencia de la fuerza pública en medio de un conflicto, en aquellos espacios donde hay población civil, ni tampoco los postulados del Derecho Internacional Humanitario.

La militarización del Valle del Cauca abre las compuertas para que se comentan arbitrariedades.

Al disponer que los militares se desplegaran en la región, tanto la gobernadora como el alcalde, abrieron las compuertas para que, mediante acciones represivas, se buscara ahogar la protesta social y, de paso, se legitimara todo tipo de represión.

Claro que no es nada que debiera sorprender, porque para impedir el ingreso de indígenas del vecino departamento del Cauca y el arribo de una caravana nacional de solidaridad con Cali, ordenó el cierre de fronteras.

HORAS DE TERROR

El diario colombiano El Tiempo, advirtió que, tras la implementación de la mal llamada asistencia militar, Cali y el Valle del Cauca vivieron horas de terror. No era para menos.

En uno de los apartes de la nota, los periodistas señalan:  “… algunos ciudadanos temían por los manifestantes por lo ocurrido horas antes cerca de la Universidad del Valle y en el barrio Ciudad Jardín, donde además hubo daños estructurales con un incendio en las instalaciones del Icetex. Sin embargo, hombres que portaban armas con silenciador llegaron a ese sector de la calle 4B con Quinta y dispararon contra la multitud.  Los Bomberos reportaron la situación a las 8:04 de la noche, al indicar que al sitio se dirigió una ambulancia con dos paramédicos. Al llegar encontraron a tres personas sangrando.”

Según organizaciones indígenas, Sebastián Jacanamejoy fue supuestamente asesinado por civiles armados en Cali.

En un comunicado que se viralizó, varios líderes sociales e indígenas, expresaron su angustia e impotencia, por encontrarse en estado de indefensión:

Esta jornada fue una de las peores vividas desde que inició el Paro Nacional. En los puntos de Univalle y Melendez, las comunidades indígenas de Cali, que manifestábamos, en unión, alegría con nuestra música propia, con nuestra danza. Nos encontrábamos grupos de los diez cabildos de la ciudad. La fuerza pública arremetió en contra nuestra, sin importar que había niños, adultos mayores y mujeres, simplemente por qué el presidente Duque había llegado a la ciudad a reunirse con gente de bien, como llaman a los empresarios. Y fue Duque quien dio la orden de arremeter contra nosotros.” Acompañaron su denuncia con imágenes que no se publican para guardar su seguridad.

Pero no contentos con cometer arbitrariedades, los agentes del mal llamado orden, arremetieron con más fuerza, como prosigue el relato: “Asesinaron a nuestro hermano indígena, Sebastián Jacanamijoy, estudiante de Univalle, del cabildo indígena Inga de Cali, danzante, médico tradicional y un joven que nos dió ejemplo de lucha durante todo este tiempo. Así mismo hirieron gravemente a Izan David Imbachi, hijo del Consejero de Cultura Municipal (suplente) Leonardo Imbachi, un joven artista, músico, cantante, compositor, estudiante, intérprete de la Chirimía. Él intentó calmar la tensión que se vivía en el lugar.”

Las medidas arbitrarias del gobierno nacional no acallan la disposición popular a seguir luchando.

En diferentes puntos de la capital vallecaucana por espacio de varias horas se ha escuchado el sobrevuelo de helicópteros, disparos y la gritería de jóvenes que huyen ante los ataques. Estas denuncias ya se elevaron ante las diferentes instancias y organizaciones de derechos humanos. Se esperan resultados que evidencien de qué manera, masacrar, herir y hasta torturar, ha sido la respuesta del gobierno del presidente Duque frente a la protesta social.

DESMOVILIZAR EL PARO A SANGRE Y FUEGO

El objetivo del presidente Iván Duque, quien definitivamente mostró a Colombia y al mundo que el Paro Nacional le quedó grande y por eso se niega a negociar con los organizadores, es frenar las expresiones de inconformidad a sangre y fuego.

Una vez más, tanto la gobernadora, Clara Luz Roldán como el alcalde, Jorge Iván Ospina, incurren en desaciertos al pedir la militarización del territorio.

No de otra manera se explica que se haya aliado con la gobernadora del Valle del Cauca y el alcalde de Cali, para convertir el Departamento y su cuidad capital, en piloto nacional de acciones represivas para acallar las voces de quienes protestan.

Contrario a lo que espera, millares de personas han decidido desafiar la política represiva del establecimiento y siguen saliendo a las calles. Los muertos que todavía permanecen en la morgue sin identificar y las decenas de heridos, parecen convertirse en semillas de rebeldía cívica y pacífica que afloran por todas partes.

Por supuesto, hay críticos a favor del gobierno nacional. Los que siempre han tenido, los que experimentan miopía crónica y desconocen qué pasa en Colombia porque gozan de los privilegios que no tienen millares de personas.

Son un grupúsculo como lo evidencia el recorrido que hizo el mandatario por las calles de Cali. Los ricos de la llamada Ciudad Balín (antes Ciudad Jardín) en alusión al ataque que hicieron a los indígenas en esa zona, lo avivaron. Cuando fue ante comerciantes, lo abuchearon y le animaron a escuchar a los jóvenes en los diferentes puntos de resistencia. En esencia, su presencia no fue bien recibida por las reacciones encontradas, como lo expresara una nota del diario El Espectador.

Con una realidad como estas, ante la certeza de que la presencia militar proseguirá en Cali y el Valle del Cauca, no cabe menos que preguntarse si la conciencia—si es que la tienen—deja dormir en paz a la gobernadora, Clara Luz Roldán y al alcalde, Jorge Iván Ospina.

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NOTA IMPORTANTE: El presente artículo refleja la opinión de su autor, quien se hace responsable por el contenido, consciente de que sus planteamientos, no necesariamente interpretan el pensamiento político-sindical del movimiento sugoviano.

La protesta social continúa en el Valle del Cauca y Colombia.

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La esencia de la pacificidad de las manifestaciones es innegable. Un asunto distinto es que las manifestaciones han sido infiltradas. Jamás se validará el vandalismo, venga de donde venga, como mecanismo de expresión de la inconformidad. Desde el SUGOV, le apostamos a marchar en paz.

Por Fernando Alexis Jiménez – Dirigente sugoviano.

Las movilizaciones que se han desarrollado desde el 28 de abril, cuando inició el Paro Nacional, están marcadas en su mayoría por un distintivo: su carácter pacífico. Desde un comienzo, ese fue el espíritu que animó al Comité Nacional de Paro. Y bajo ese convencimiento, los dirigentes, afiliados y simpatizantes del Sindicato Unitario de la Gobernación del Valle del Cauca—SUGOV–, hemos participado de las marchas.

Nuestra presencia ha sido comprometida, conscientes que protestar es un derecho constitucional al que no vamos a renunciar y, en esa dirección, ningún colombiano debería eximirse de salir a las calles, a expresar su inconformidad.

En todos los escenarios el SUGOV ha reafirmado su compromiso con la protesta social, pero en paz.

ESTIGMATIZACIÓN DE LA PROTESTA SOCIAL

Jamás se validará el vandalismo, venga de donde venga, como mecanismo de expresión de la inconformidad. Y se plantea así, porque aquí nadie puede afirmar a ciencia cierta que los encapuchados que vandalizan, sean cercanos al Paro. Bien podrían provenir de las fuerzas oscuras interesadas en la desestabilización del país.

No es algo nuevo. El sabotaje a las concentraciones populares es una estrategia mundial enseñada por las escuelas norteamericanas de inteligencia donde se preparan las fuerzas policiales de primera línea, de todos los países, incluso de Colombia.

Cuando se quema una estación de transporte, un vehículo, se agrede a un agente del orden o se atenta contra un civil, lo que se desvirtúa es el procedimiento de la protesta social. ¿A quién más que al propio establecimiento podría interesarle esto? Un punto de reflexión que no podemos pasar por alto.

TOQUE DE QUEDA EN EL VALLE DEL CAUCA Y SOLICITUD DE MILITARIZACIÓN

En ningún conflicto social la militarización es el camino. Está probado. Ordenar la presencia de este tipo de fuerzas, lo que desencadena son brotes de violencia y una licencia tácita para que se produzcan desmanes contra la población civil

La declaratoria del toque de queda en los 40 municipios y los Distritos de Cali y Buenaventura a partir de las 7:00 pm, de este viernes 28 de mayo, y la solicitud de la Gobernadora, Clara Luz Roldán, al presidente Duque para que genere asistencia militar (militarización en términos castizos), enrarece el ambiente en la región. 

La mandataria argumentó: “Hago un llamado respetuoso al señor presidente de la República, Iván Duque, para que, como comandante en jefe de las Fuerzas Militares, despliegue toda la capacidad de nuestra Fuerza Pública y se haga efectiva la asistencia militar para retomar el control del orden público en el departamento, siempre apegados al respeto de los Derechos Humanos

Esto, por supuesto, va en contravía de lo que está solicitando el Comité Nacional del Paro, que es justamente la solicitud de desmilitarización y que se brinden garantías para la protesta. Algo distinto, lo que hace es levantar barreras para el diálogo. Y eso es preocupante, porque desde el SUGOV somos proclives a que se abran puertas al entendimiento, no el nuevo escenario que vemos ahora.

NUESTRO ANHELO: EL DIÁLOGO Y NO UNA RÉPLICA DE LA LARGA NOCHE

En Chile, a mediados de los setenta, se hizo famosa la larga noche. Aludía al control represivo ejercido por los militares sobre el país. Al amparo de sus facultades, no solo se extralimitaron, sino que promovieron desapariciones, ejecutorias sumarias y torturas. Esa larga noche no la olvidarán ni los chilenos, ni el mundo, ni la historia. 

Porque abogamos por el diálogo en un marco civilizado, en paz, llamamos a que se reconsidere esa decisión. En este planteamiento estamos en consonancia con lo que plantea el Comité Nacional del Paro.  Militarizar puede conducir a una larga noche que no soportaría Colombia, salvo que se avivaran más la inconformidad, confrontaciones innecesarias y sangrientas, y motivos de responder. Ese bien puede ser el catalizador de una guerra civil que nadie quiere. Y eso no es precisamente lo que espera un pueblo sufrido como el nuestro. 

Esa la larga noche se replicó en Nicaragua, El Salvador, Argentina, Bolivia y en Colombia, después del Paro de Septiembre de 1977. Se ordenaron allanamientos sin que mediara ninguna justificación, se judicializó a sindicalistas y desaparecieron sinnúmero de líderes sociales. 

Lo que resta es el desescalonamiento de esta situación. ¿Quién debe dar el paso? El presidente Duque, quien se ha negado sistemáticamente a refrendar los protocolos que garanticen la protesta social para emprender las siete meses propuestas por el Comité Nacional del Paro, así como permitir la veeduría de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El pueblo está dispuesto, pero necesitamos de un presidente que deje la arrogancia y se disponga a concertar… Es la única salida de la encrucijada…

NOTA IMPORTANTE: El presente artículo refleja la opinión de su autor, quien se hace responsable por el contenido, consciente de que sus planteamientos, no necesariamente interpretan el pensamiento político-sindical del movimiento sugoviano. El autor agradece al compañero, Juan Carlos Vergara, por haberle facilitado las fotografías.



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