Antes que obras para Buenaventura, la legitimación de la brutalidad del Esmad

La decisión de asumir medidas de choque como el reforzamiento policial en Buenaventura, decretar el toque de queda y mantener bajo la mira a quienes ejercen el derecho a la protesta social, legitimó la brutalidad del Escuadrón Móvil Anti Disturbios—ESMAD–, legendario por repartir garrote con generosidad a diestra y siniestra en todos los brotes de inconformidad de los colombianos.

El argumento es sencillo: sólo con este tipo de acciones se contiene la rabia reprimida de los bonaverenses, sumidos por décadas en el olvido del Estado y que en un rapto de desafuero llevó a que millares de personas protagonizaran incursiones vandálicas en almacenas de cadena que hoy estarán cobrando el seguro para recuperar sus mercancías.

La cacería de brujas no se hizo esperar.  Ochenta personas fueron detenidas bajo el señalamiento de propiciar y participar en los desmanes. Ocho fiscales tienen a su cargo la judicialización de los inculpados. Todo un despliegue de rapidez para acallar uno de los hechos de mayor trascendencia en los últimos años que pone de manifiesto el grado de desesperación de un pueblo que se cansó de estar atado a las migajas que reparten los gobiernos nacional y departamental.

Y sólo cuando los porteños –berracos y con determinación– dejaron claro que se les agotó la paciencia, llegaron la Gobernadora Dilian prometiendo ser mediadora—ella que es impositiva, no deja hablar y reprime cualquier manifestación en contra como ocurrió con la concejal de El Cerrito cuando le reclamó por las arbitrariedades en la vía  El Placer-Santa Elena–, y el general Juan Pablo Rodríguez Barragán, comandante de las Fuerzas Militares, quien anunció la llegada de 500 militares y 200 uniformados del Esmad para reforzar la seguridad e impedir que se vuelvan a presentar desórdenes como los protagonizados en la noche del viernes.

¿Total? Represión. El distintivo y pretendido acicate para obligar a la reiniciación de los diálogos. Garrote para que entiendan. Decisión equivocada. La imposición de la bota militar no acompasa bien con la concertación sino con la generación de nuevos detonantes de violencia.

Lamentable llegar a ese punto de indignación popular para reconocer que la conjugación de problemas de Buenaventura es una bomba que ya comenzó a explosionar a cuentagotas.

Por supuesto, al gobierno nacional le inquieta la parálisis de la economía pero no lo que hay detrás: la enorme deuda social con una región distante del centralismo bogotano y caleño. Ojalá y el problema de verdad no se salga de las manos, porque ese movimiento no lo para ni Mandrake con todo y Narda y Lotario ayudándole…

Los dejamos con imágenes que circulan en las redes sociales y que hablan por sí solas…

* NOTA IMPORTANTE: La presente columna compromete el pensamiento del autor y no necesariamente encarna la apreciación que el movimiento sugoviano tiene alrededor del tema.